Jueves 12 de mayo de 2022, p. 11
Ante la transición energética, cuyo fin es garantizar el funcionamiento del sistema productivo en el futuro, no vemos un interés ambiental, y el litio es uno de los 15 elementos que se requieren para ese fin, ya que se utiliza en las baterías, sobre todo de los autos eléctricos, sostuvo Aleida Azamar de la UAM Xochimilco.
Esta transformación es un proceso economicista que establece una dinámica productiva así como una retórica política que condena a quien no se apega a este proceso y por otro lado busca limitar el uso de otras soluciones energéticas alternativas
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Recordó que el discurso de transición energética surgió en los década de los setenta debido a la crisis del suministro de petróleo por los conflictos bélicos de la época y ante el temor de Estados Unidos de sufrir un embargo petrolero. Además, dijo, las exigencias de dejar de usar combustibles fósiles aplica sólo para unos países.
El litio, mineral fundamental en la alternativa del uso de combustibles tradicionales, se plantea que podría sustentar esa transición energética, y sólo se utiliza en una tecnología, en las baterías, señaló durante el foro Litio en América Latina, retos y oportunidades organizado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Sin embargo, los impactos ambientales que genera son importantes, ya que por cada tonelada de litio se evaporan 2 millones de litros o metros cúbicos de agua y generalmente donde se ubican los yacimientos hay estrés hídrico; en cada segundo de extracción del alcalino se extrae en promedio 600 litros, el consumo de cuatro personas en la Ciudad de México.
Agregó que en 2021 el Sistema Geológico Mexicano comenzó a investigar los yacimientos con recursos muy limitados. Tan sólo Bacanora Lithium, que posee siete concesiones de litio en Sonora, en una superficie equivalente a la Ciudad de México, ha costado 300 millones de dólares en 12 años, y no se ha sacado un gramo del elemento químico.
A su vez, Agustín Avila, director de Política de cambio climático de la Semarnat, declaró que 67 por ciento de las reservas concentra la región de América Latina y que en Sonora está el yacimiento más grande del mundo, en una zona controlada por grupos criminales, que da una complejidad mayor a la extracción del litio.