esde que comenzó la pandemia de covid-19, seis compañías farmacéuticas que desarrollaron vacunas contra la enfermedad (Moderna, Pfizer, Biontech, AstraZeneca, Novavax y Johnson & Johnson) ganaron 227 mil millones de dólares en valor de mercado. Para dimensionar esta cifra, equivalente a 4 billones 500 mil millones de pesos, cabe decir que es ampliamente superior a los 3 billones 900 mil millones de pesos que el gobierno federal espera recaudar este año por concepto de impuestos. Aunque para algunas empresas las ganancias representan incrementos relativamente discretos en su valor –23 por ciento para Pfizer o 21 por ciento para Johnson & Johnson–, en otros casos los aumentos son colosales: el valor de mercado de Novavax se disparó en mil 200 por ciento, al pasar de 285 a 3 mil 700 millones de dólares, y el de Moderna lo hizo 630 por ciento, al ir de un monto de 7 mil 600 a 56 mil millones de dólares.
Estos resultados financieros ya contemplan las pérdidas registradas en los meses recientes debido a la guerra en Ucrania y a que se han completado los esquemas de vacunación en las naciones de ingresos altos o medios, como es el caso de México. De esta manera, ilustran el pingüe negocio hecho por compañías como las referidas, gracias a la venta de las inmunizaciones, pero también mediante la especulación conforme la comunidad científica y la sociedad en general avanzaban en el conocimiento del coronavirus y en las previsiones sobre la duración de la emergencia sanitaria.
En más de un aspecto, puede hablarse de una gigantesca transferencia de recursos públicos a estas empresas y sus accionistas, toda vez que las campañas de vacunación fueron sufragadas por los Estados, pero, casi sin excepción, el desarrollo y producción de los fármacos se dejó en manos de las entidades privadas. Además, en un hecho que los grandes medios corporativos han prestado escasa atención, el dinero de los erarios fue transferido incluso antes de que se contara con los biológicos: por ejemplo, el gobierno del ex presidente estadunidense Donald Trump implementó diversos esquemas de subsidio por los que se entregaron fondos públicos a los laboratorios privados con el supuesto fin de acelerar el proceso de desarrollo de las vacunas. Así, mientras los costos de la investigación fueron socializados, las ganancias resultantes han sido rigurosamente privadas. En este sentido, no puede olvidarse que las farmacéuticas y los líderes políticos alineados con sus intereses rechazaron de manera tajante cualquier propuesta para suspender las patentes y permitir la libre producción de los antígenos durante los momentos álgidos de la pandemia, una actitud que cabe calificar incluso de homicida, al negar el acceso a la inmunización a centenares de millones de seres humanos en las naciones más pobres.
En las conclusiones a su 15 edición, realizada en nuestro país del 1 al 6 de mayo, las organizaciones participantes del Foro Social Mundial señalaron que los gobiernos usaron la pandemia para dar un poder injustificado a los grandes laboratorios privados
. El reporte de ganancias de las compañías involucradas muestra la certeza de esta apreciación, y supone un recordatorio de que, en el orden neoliberal, el lucro se antepone a la sensatez y a las necesidades humanas, incluso en la más apremiante de las emergencias.