n este día, cuando se conmemora en México y en el mundo el Día Internacional de la Mujer, es preciso reconocer que las causas de la equidad de género, no discriminación y por el derecho a una vida libre de violencias aún tienen mucho camino por recorrer; que las mujeres siguen enfrentando graves desventajas en todos los ámbitos –social, político, económico, laboral, familiar y de seguridad–, que en nuestro país la igualdad sustantiva todavía está lejos de alcanzarse y la violencia y la agresión persistentes se ensañan en las mujeres con especificidades que requieren un redoblado esfuerzo de prevención y educación por parte de las autoridades de todos los niveles de gobierno y de la sociedad en general.
La amenaza más aguda que enfrentan las mujeres mexicanas es la de las violencias en todas sus expresiones, que van desde los micromachismos presentes en actitudes cotidianas y en el lenguaje hasta los feminicidios, cuya persistencia contrasta con la reducción de otros indicadores delictivos.
En tales circunstancias, la exasperación de las organizaciones feministas, de derechos humanos y de familiares de víctimas está plenamente justificada y su causa merece el reconocimiento y el respaldo sin regateos de toda la sociedad.
Es preocupante, por otra parte, la información mencionada la mañana de ayer por el presidente Andrés Manuel López Obrador respecto de que hay grupos de choque que se preparan para infiltrarse en las manifestaciones de hoy, e incluso hacen acopio de martillos, sopletes, bombas molotov y otros objetos para provocar, agredir y causar escenarios mediáticos que permitan a sectores de la oposición hablar de un país en llamas
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A la vista de lo ocurrido en años anteriores, el riesgo señalado por el mandatario es sin duda real, y aunque el empeño principal de la provocación estaría dirigido a afectar la imagen del gobierno y de su proyecto político, uno de sus efectos inevitables sería el de agravar la incomprensión social hacia las justas reivindicaciones de las mujeres y dar justificaciones a sectores dominados por el machismo que, por ignorancia y por falta de conciencia social, se muestran repelentes a las causas feministas.
Cabe hacer votos, pues, porque las movilizaciones de hoy sean muy concurridas, que logren impulsar la toma de conciencia ante la situación que viven las mujeres y la empatía general hacia las víctimas de las violencias de género. Ello podrá lograrse si las colectivas y organizadoras le hacen el vacío a las acciones provocadoras que pudieran presentarse y se deslindan de expresiones violentas que en jornadas anteriores han tenido como víctimas a mujeres: las integrantes de la corporación policial capitalina que reciben agresiones injustificadas y condenables de una rabia mal dirigida, si no es que manipulada.