No imaginaba lo débil que me dejaría
Lunes 26 de abril de 2021, p. 5
Unos días antes de la pelea, Juan Pablo Pivi Romero callaba sus miedos. El jueves pasado debutó en Estados Unidos, el sueño de muchos boxeadores para cambiar el rumbo de sus carreras. Pero el ex olímpico en Río de Janeiro 2016 estaba más preocupado por la respuesta de su cuerpo y mente que por el compromiso. Unos meses atrás padeció Covid junto con toda su familia.
Por eso, cuando decretaron la victoria por decisión unánime sobre el colombiano Deiner Berrio, Pivi celebró que estaba de vuelta en el boxeo. Sin secuelas graves y con un nuevo panorama tras el triunfo en la Academia Militar de West Point, Nueva York, el mexicano había vencido sus temores.
No me importaba la televisión, que estuviera en Estados Unidos, yo pensaba más que al ganar había vencido al Covid y al miedo que tenía de haber quedado afectado con la enfermedad
, admite.
En diciembre, él, su padre, madre y hermano enfermaron de Covid. El ex olímpico lo pasó mal una semana. Su papá sufrió un cuadro severo que puso en riesgo su vida. Aún débil por los estragos del virus, Pivi tuvo que asumir la responsabilidad.
Tuve que buscar médicos, conseguir tanque de oxígeno cuando escaseaban, la alimentación, de verdad que fueron días terribles
, recuerda Pivi; uno no piensa en la muerte de los seres queridos, pero cuando estamos en una situación como esa, de pronto sabemos que la posibilidad es muy real y puede ocurrir en cualquier momento
.
Una vez pasado el peligro, había que recuperar el trabajo. El regreso al entrenamiento fue una hazaña no prevista. Débil y emocionalmente devastado, cumplir cada sesión de gimnasio representó un esfuerzo inimaginable.
No aguantaba ni dos asaltos de espárring, me caía de agotamiento. No imaginaba lo débil que podía dejarme esa enfermedad.
Cuando empezó a informarse sobre las secuelas del Covid surgieron los miedos. ¿Y si había quedado dañado de los pulmones o a nivel neuronal? ¿y si no podía continuar con su carrera de boxeador?
Poco a poco me fui recuperando, hasta que me sentí fuerte y al nivel de antes de la enfermedad
, cuenta Pivi; entonces pasó lo de Miguel Berchelt, que no pudo recuperarse y lo noquearon feo y ahí empecé a tener otra vez miedo
.
Los exámenes médicos reglamentarios en West Point los pasó sin problemas. Pero en el fondo guardaba la incertidumbre. No quiso hacerse un estudio para no descubrir algo que lo afectara anímicamente, prefirió correr el riesgo.
Dije: Así me la aviento y después de la pelea me reviso
, ríe al recordarlo. Pivi sabe que ese debut puede cambiar el porvenir, pero en su interior hay algo más. Esa victoria es el triunfo sobre una enfermedad que casi cuesta la vida a su padre.