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▲ Portada de Narrow Sea, disco más reciente de Caroline ShawFoto Wikimedia Commons
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▲ Caroline Shaw, durante una interpretación con el Attaca Quartet y So Percussion, en el teatro Miller, de la Universidad de Columbia.Foto Wikimedia Commons
 
Periódico La Jornada
Sábado 17 de abril de 2021, p. a12

Desde el mero inicio de la música entramos de súbito y de lleno al territorio de lo sagrado. Nos sumergimos. Lo que suena: notas cortas, gotas de agua caen sobre superficies ora metálicas, ya pétreas, siempre opacas, transparentes. La soprano Dawn Upshaw entona un himno antiguo, muy antiguo:

I am a poor wayfaring
stranger
while journeyin through this
world of woe
That there’s no sickness,
toil or danger
In that bright land to which
I go

Es el nuevo disco de Caroline Shaw, quien a sus 38 años es la reina del universo de la música de concierto.

El álbum se llama Narrow Sea y se alimenta de himnos que a su vez nutren un tesoro bibliográfico: The Sacred Harp, colección de himnos del Norte de América del siglo XVIII.

Todos los textos usados en esta pieza, explica Caroline Shaw en las notas al programa del disco, comparten dos temas: el agua en sus distintas formas (el río Jordán, las mareas, las gotas de agua que caen ) y también, subraya la compositora, imágenes que yacen y se mueven entre este mundo y el siguiente.

Cada uno de estos textos fueron seleccionados, celebra la autora de esta música gloriosa, porque expresan gozo, anhelo.

La metáfora de subir al cielo que pone Caroline Shaw en música se expresa en el acto de la transición: cruzar portales dimensionales, atravesar fronteras, ir a casa.

Es la música de los anhelos.

Caroline Shaw es autora de música que nadie imaginaba, hasta que ella llegó para asombrarnos. Es la artista más joven en ganar el Premio Pulitzer, a los 30 años, por su obra maestra: Partita for Eight Voices, prodigio de murmullos, interjecciones, suspiros, vocales aspiradas, elongadas, elevadas.

En su nueva obra, Narrow Sea, enarbola esas herramientas: las muchas maneras como la voz humana expresa una manera de mirar el mundo.

Escuchamos entonces en estas dos obras maestras: Partita for Eight Voices y Narrow Sea, cúmulos de nubes en voz humana: invocaciones, interjecciones, gemidos, ululares, silbos, tarareos, mantras elaborados con sílabas, ecos, aullidos, maullidos, gemidos de pantera al aparearse entre los platanares.

El sonido de las gotas al caer: baquetas percuten cacerolas, latas de conservas vacías, recipientes, blocs de madera, glockenspiel, marimba, tambores gigantescos activados por palancas sordas: mullidas con algodón.

Las combinaciones instrumentales de Caroline Shaw son sumamente originales: voz humana, piano y percusiones.

Su nuevo disco, Narrow Sea, contiene dos piezas, la que da título al álbum y una segunda obra maestra: Taxidermy. Ambas fueron escritas para Dawn Upshaw, soprano legendaria, el pianista Gilbert Kalish y el asombroso ensamble So Percussion.

Dawn Upshaw es la cantante definitiva en la música nueva. A ella debemos la Sinfonía de las lamentaciones, del compositor polaco Henryk Górecki, la mejor de las grabaciones discográficas hasta el momento y que, por cierto, vendió millones de unidades. Ella, Dawn Upshaw, convierte en éxitos de ventas y de público obras que de otra manera pasarían inadvertidas. Es curiosa la similitud de su nombre, poético, y su apellido: Dawn (Aurora) Upshaw, que si lo desarmamos, como hace la compositora con las sílabas y las palabras para ser entonadas a capela, se parece mucho al nombre de Caroline Shaw = Dawn Up Shaw.

La Partita for Eight Voices establece un asombroso sistema de vasos comunicantes donde ascienden y descienden humores, vapores, olores, sabores: la música de Hildegard von Bingen como una evocación, por igual que pasajes que recuerdan la ópera Einstein on The Beach, de Philip Glass, donde los versos son números.

Versos. Caroline Shaw es una compositora poeta. En su Partita for Eight Voices y en Taxidermy toma versos de los Cuatro Cuartetos de T.S. Eliot para convertirlos en mantras. En palabras de la compositora: Uso versos de Eliot a manera de mantras existencialistas.

El verso de Eliot: The detail of the pattern is movement. En la partitura de Caroline Shaw se convierte en las muchas formas que toma el agua, en el paso del tiempo, en palabras de Eliot: el tiempo presente y el tiempo pasado / acaso estén presentes en el tiempo futuro.

El periodo inmóvil: ahí está la danza.

Eliot: The movement of time in which brief moments of eternity are caught.

La música de Shaw: the detail of the pattern is movement.

Eliot y Shaw: el deseo también es movimiento.

El carácter hímnico de la música de Caroline Shaw adquiere dimensiones poéticas descomunales. Su estructura no es convencional. Es sencilla. De complejidad sencilla. O compleja sencillez. No se parece a ninguna otra música y refleja a todas, de la misma manera que las estrellas son el reflejo de algo que ocurrió hace millones de años (The detail of the pattern is movement).

Ese carácter hímnico la conecta con Walt Whitman y, por supuesto, sin que exista similitud musical alguna, con Bob Dylan. Lo hace a través de la magia: el discurrir del agua, cuando forma ríos, cuando se evapora hacia el cielo (el anhelo del cielo en la obra entera de Shaw: el gozo de la soledad), cuando se mueve (the detail of the pattern is movement).

La intérprete de esta música es perfecta: Dawn Upshaw es experta en himnos. Recomiendo la escucha de la obra de Henry Purcell titulada An Evening Hymn on a Ground, del álbum Angels hide their Faces: Dawn Upshaw sings Bach and Purcell.

Un estado de asombro y fascinación nos inunda. No en balde, de agua, el tema del disco es el agua como metáfora del movimiento, el deseo, la transformación, la trascendencia.

En la música de Caroline Shaw escuchamos la música de cuerpos que se bombean, se arquean, se embonan. Suenan los chasquidos de los cuerpos, las mojadas epidermis. Las intimidades más íntimas. El placer de la intimidad. El placer en la intimidad. La música de lo más íntimo.

Campanas marinas, evocaciones, agua en movimiento. El deseo también es movimiento. The detail of the pattern is movement. Imágenes que yacen y se mueven entre este mundo y el siguiente. Igual que en los versos de T.S. Eliot: el movimiento del tiempo, donde breves momentos capturan la eternidad.

El himno que da inicio al nuevo disco de Caroline Shaw, Brazo de mar (Narrow Sea) habla de nosotros, de cada uno de nosotros: soy un pobre caminante que viene de afuera, en su tránsito diario a través de este mundo de aflicción. Me encamino hacia un lugar de luz, brillante, donde no hay enfermedad ni fatiga ni peligro. Hacia ese sitio voy.

Consigue de esta manera la autora una actualidad de lo primigenio: decir las verdades esenciales de maneras nuevas. A partir de himnos nacieron los spirituals, y luego el gospel y después el soul. Caroline Shaw inventa su propia ortografía. Lo suyo no es spiritual ni soul ni gospel. Es la Galaxia Caroline Shaw.

A partir de ahora hay un antes y después. Antes de Caroline Shaw y después de Caroline Shaw, la reina de la música contemporánea, con obra parca pero suficiente. Además de los discos mencionados (Partita for Eight Voices y Narrow Sea), recomiendo los álbumes titulados Orange, To the Sky y el fascinante Is a Rose & The Listeners (Live), donde juega con el verso de Gertrude Stein tomado del poema Sacred Emily: a rose is a rose is a rose.

Música y poesía, he ahí la Galaxia Caroline Shaw. La contraposición de tono y pulso impulsa el Brazo de Mar (Narrow Sea), esta bella metáfora musical del agua como vehículo espiritual entre el aquí y ahora y lo trascendental. El fino arte de la transición.

Ese estar en el mundo y a la vez en el siguiente mundo. He ahí la danza, ese instante fugaz que magnifica la eternidad.

A rose is a rose is a rose is a rose…

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