Opinión
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Dinero

Sube tasa en Estados Unidos y resbala el peso a casi $22 // En 40 países despiden a la mujer si se embaraza // Permiten abrazos… entre vacunados

Astillero

Uf: ganar tiempo para replantear // No hubo violencia mayor // Élites promotoras // Cuidar casa a Roemer

Enrique Galván Ochoa
Julio Hernández López
México SA

Guardia nacional financiera en ciernes // Delincuentes de cuello blanco en la mira

Negocios y empresas

Resurge la marina mercante

Carlos Fernández-Vega
Miguel Pineda
Ciudad perdida

Frenar al miedo vestido de negro

Causa justa, violencia inaceptable
U

na vez más, como le ha ocurrido en años recientes a diversos movimientos sociales, la marcha por el Día Internacional de la Mujer, que partió del Monumento a la Revolución y culminó en el Zócalo capitalino, vio eclipsadas sus reivindicaciones legítimas por el violento accionar de grupos de choque compuestos por personas de ambos sexos que desde un inicio exhibieron su determinación de atacar el monumento mencionado y que posteriormente vandalizaron y saquearon comercios y estaciones del Metro y terminaron derribando algunos tramos de la valla de contención que las autoridades capitalinas habían instalado alrededor de Palacio Nacional, precisamente para prevenir ataques de esta clase.

Miguel Ángel Velázquez
El Correo Ilustrado

Sentida despedida a Enrique Fuentes

P

ocos personajes de la vida cultural mexicana han sido tan queridos y son tan entrañables como Enrique Fuentes, librero cuya vida y memoria estará siempre indisolublemente ligada a la Librería Madero. Aunque parezca cliché, se puede hablar de su vasta cultura, de su simpatía –que incluye un exquisito sentido del humor–, de su labor en difundir y proteger la cultura o de su profunda serendipia para topar cualquier libro que se necesitase. Un ser humano cabal que interactuaba lo mismo con políticos e intelectuales de altos vuelos que con tianguistas o campesinos (de esto último fuimos testigos en un viaje a la Sierra Norte de Puebla, antes de la pandemia).

Dogmatismos, sectarismos y pensamiento crítico
L

os seres humanos somos la única especie sobreviviente de las 10 que existieron del género Homo. Hoy, la humanidad se encuentra amenazada de manera doble: por la crisis del clima (macroamenaza) y por la pandemia del Covid-19 (microamenaza). Para complicarlo aún más un tema que reiteradamente se soslaya o ignora es que los miembros del famoso Homo sapiens (el mono sapiente), es decir, nosotros, no siempre y quizás muy poco, se comportan de forma racional. Por el contrario, las creencias (es decir, los deseos, ilusiones, suposiciones e intereses) tienden a imponerse a los conocimientos, generando una falsa imagen de la realidad, algo que no ayuda mucho en una situación de emergencia como la actual, cuando más necesitamos del pensamiento objetivo. En realidad esta problemática surge de la aceptada desarmonía entre la emoción y la razón, entre el sentir y el pensar. Entre los variados intentos por explicar esta situación destaca la teoría de los tres cerebros desarrollada por el neurocientífico Paul ­MacLean entre 1949 y 1964. Según ese autor, el cerebro humano está anatómicamente formado de un cerebro primitivo de origen reptiliano, uno medio ligado a los primeros mamíferos y uno propiamente humano donde se realizan las funciones más complejas y abstractas (incluido el lenguaje), los cuales por un error de diseño no se encuentran completamente integrados. Esta falta de acoplamiento, se argumenta, surge del ultrarrápido desarrollo, complejización y crecimiento del cerebro humano que en 1.7 millones de años pasó de unos 850 centímetros cúbicos ( Homo habilis) a mil 500 cc ( Homo sapiens).

Víctor M. Toledo
La Decena Trágica no fue como nos la contaron
S

implifico para ilustrar: Madero era tan tonto que le dio el mando a Huerta sabiendo que lo iba a matar. Exagero un poco, porque eso es lo que dicen: contábamos hace 15 días que Bernardo Ibarrola muestra que no se ha escrito una historia militar de la Decena Trágica que se tome la molestia de analizar, confrontar, contrastar las fuentes militares para llegar a interpretaciones y conclusiones que se desprendan de ellas. Y sugiere cinco rutas para hacerlo:

Enrique González Rojo, el poeta insumiso
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l sol cae como plomo en el ejido Casablanca. La tierra, blanca y reseca, parece talco. No hay forma de escapar en aquellas tierras zacatecanas del sopor infernal. Pero a los campesinos parece no preocuparles. De pie, en semicírculo ante los oradores, protegidos por sus sombreros, escuchan atentos la explicación de Enrique González Rojo sobre el funcionamiento del sistema capitalista.

Pedro Salmerón Sanginés /II
Luis Hernández Navarro
Los de abajo
L

a historia de México, muy especialmente la de sus sectores excluidos, ha sido la de llevar siempre la peor parte. La guerra de Independencia fue impulsada por líderes favorables a los sectores superexplotados, especialmente en favor de abolir la esclavitud, pero las mayorías no estuvieron involucradas en esos procesos. Fueron ejércitos populares y realistas en pugna: un enfrentamiento delimitado socialmente, en el que el grueso de los excluidos permaneció sin participación consciente, sin pelear por la apropiación de un futuro construido por y para ellos mismos. Tres siglos hasta entonces de brutalidad en su contra, no podían ser revertidos sin un largo periodo de recuperación y crecimiento. Los Tratados de Córdoba fueron firmados por un español criollo, Agustín de Iturbide, y uno peninsular: Juan de O’Donojú.

Inspiración y símbolo
E

n Palenque, Chiapas, donde las ceibas y sus raíces han convivido por años en los entierros de donde provienen los más extraordinarios descubrimientos, abrimos de nuevo la casa de la Reina Roja, Ixik Tz’aka’ab Ajaw, la reina que será símbolo ancestral de la mujer contemporánea, como fue en su momento de la cultura maya. Como Pellicer decía: La civilización maya alcanzó su mayor refinamiento gracias a que fue posible el perfecto equilibrio entre el hombre y su obra, y al respeto que tuvo éste para el escenario magnífico en el cual la desarrolló. Por eso, nada es tan bello, nada hay tan poético en el mundo maya como Palenque.

José Blanco
Alejandra Frausto Guerrero*