Martes 9 de marzo de 2021, p. 30
La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, Nashieli Ramírez, señaló que hoy se enfrentan dos pandemias: la del Covid-19 y la de la violencia de género digital, que puede llevar a la comisión de delitos como trata, pornografía o extorsión, e incluso a dañar la integridad personal en sus expresiones más extremas.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), más de 17 millones de personas usuarias de internet de 12 años o más han vivido alguna situación de acoso cibernético y el grupo de edad más afectado es el de 20 a 29 años.
De las mujeres víctimas, 40.3 por ciento enfrentaron insinuaciones o propuestas sexuales, 35.3 fueron contactadas mediante identidades falsas y 33.9 por ciento recibieron mensajes ofensivos, de acuerdo con datos del Módulo sobre Ciberacoso del Inegi.
En la presentación del informe Violencia digital contra las mujeres en la Ciudad de México ante colectivas, organizaciones de la sociedad civil y autoridades, Ramírez destacó que el discurso de odio en redes sociales tampoco es algo menor.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación señaló que a diario se difunden en las redes sociales entre 15 mil y 20 mil mensajes de odio por razones de género, origen étnico y orientación sexual, que muchas ocasiones incitan a la violencia contra mujeres y niñas.
Los daños sicoemocionales son amplios y profundos, por lo que entre 2010 y 2020 la CDH emitió 16 recomendaciones que documentan narrativas de difusión de contenido gráfico íntimo de una persona sin su consentimiento y de revictimización.
Así como fotografías de víctimas de feminicidio y de filtración de imágenes para armar redes de explotación sexual de mujeres privadas de la libertad, entre otras conductas, por lo que se requiere ahondar en el diseño de protocolos de prevención, atención y sanción.
Consideró que se debe actuar a partir del reconocimiento de que este problema exige la adopción de deberes, tanto en el sector público como en el privado, en un esquema de corresponsabilidad, pues la tecnología ha permitido mantener cercanía, continuar con la actividad laboral y escolar, pero también ha dado lugar a la violencia de género.