uando decimos que la energía nuclear se prepara, es porque hemos vivido acontecimientos que nos están señalando el camino para la optimización de las diversas fuentes de energía: la eólica, la solar, la geotérmica, la combustión y otras. Debemos decir que no sólo consideramos al uranio como una alternativa en esta transición energética. Necesitamos utilizar todas las formas posibles, pues las necesidades de energía no van a desaparecer por decretos mundiales.
La organización que en este momento se está generando en el país para utilizar adecuadamente las fuentes energéticas que ya tenemos nos obliga a mejorar cada vez más la tecnología.
Podemos encontrar en diversos medios una cantidad importante de escritos sobre la industria nuclear y vemos que las posibilidades de ella son muchas; es una de las fuentes más seguras en cuanto a energía limpia, sin generar contaminación, y además su producción es de bajo costo.
Asimismo, debemos voltear hacia el hidrógeno. Que no se olvide que es una de las fuentes de energía más importantes y cuya demanda va en aumento. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), hasta hace poco más de dos años, la demanda de este gas ligero llegó a 70 millones de toneladas por año. Es una fuente limpia porque su combustión emite vapor de agua que no está contaminada y con ella no se encuentran partículas tóxicas dispersas en el aire. Es un elemento de una sola molécula.
En la transición energética mundial que ya estamos viviendo desde hace varias décadas, las oportunidades para utilizar todos los elementos que tenemos a la mano son una alternativa para continuar avanzando, pero sin prejuicios sobre los energéticos que se han venido utilizando, como lo son los hidrocarburos, de los cuales no podemos prescindir por ahora en su totalidad, como lo exigen algunos personajes menores de edad que han sido manipulados para generar rechazo a fuentes que son factibles y cuya depredación y derroche han generado una gran contaminación.
De igual forma lo hicieron con la energía nuclear. El dominio de los medios de comunicación y las empresas contrarias a este tipo de fuente energética lograron retrasar, por lo menos en nuestro país, esta importante y fuente limpia de abasto de electricidad.
Mientras la apropiación y el comercio de las diferentes formas de energía continúe siendo la meta, el beneficio real para la población seguirá quedando en un segundo plano.
La tragedia sanitaria mundial que nos ha afectado a millones nos muestra lo vulnerables que somos y lo frágil que es la línea de subsistencia que nos marcan los propios recursos naturales, los renovables y los no renovables. En reciente entrevista pública con Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, dice que el petróleo se encuentra en una de sus más difíciles etapas en la historia de su uso, sometido a los vaivenes del precio que mantienen las principales naciones petroleras y la baja sensible de la demanda debido a la pandemia del Covid-19.
En el informe presentado por el mismo Birol e Hiroshige Seko, entonces ministro de Economía de Japón, se habla del futuro del hidrógeno y su aprovechamiento en la actualidad para que los países tengan la posibilidad de resguardar sus recursos naturales. Y, en efecto, estamos en una transición y ante la necesidad, como nunca antes, de defender la soberanía energética de México. De hecho, son muchas naciones las que defienden sus recursos y su soberanía. En América, Bolivia, Argentina, Ecuador y Venezuela tienen recursos naturales fundamentales para el futuro de esta transición y han defendido su patrimonio con políticas públicas que les han permitido evitar el saqueo criminal de firmas trasnacionales.
Volviendo al asunto de la irresponsable tarea que han hecho los medios de comunicación, es importante reiterar que las campañas insensatas de desinformación son un reto para quienes hemos venido defendiendo nuestros derechos ambientales de la voracidad de las empresas que viven de la industria energética.
No es suficiente con lo que escribimos en nuestros espacios de opinión de economía o de política; denunciemos, divulguemos permanentemente, que no se desdibuje la indignación. El peligro que implica la pérdida de la soberanía energética y la nacional no lo alcanza a percibir toda la población.
Tenemos que aprovechar todos los espacios informativos que se han abierto en el gobierno de la Cuarta Transformación. La campaña de desprestigio en contra de Petróleos Mexicanos y de la Comisión Federal de Electricidad debe parar. La desinformación sobre la industria nuclear y la petrolera, por ejemplo, son campañas permanentes en los noticieros y en reportajes diversos, los seudo analistas o conductores no saben ni de qué están hablando. Por supuesto, existen excepciones.
Ésta es nuestra tarea: continuar defendiendo a nuestro país, hablar con la verdad y con la información, lo más clara posible. Ésta es una batalla permanente. Y, sin duda alguna, éste es nuestro compromiso.