Domingo 21 de junio de 2020, p. 30
Con el talento de los artesanos el cubrebocas –de uso obligatorio–, además de ser un accesorio para prevenir contagios, puede volverse una prenda ornamental y contribuir a la economía de familias en comunidades indígenas.
María Flores es oriunda de San Gabriel Chilac, comunidad de origen popoloca en la zona sur occidental del valle de Tehuacán, Puebla. No oculta ser natural indígena, por el contrario, dice que lo asume con orgullo. Reside desde hace mucho tiempo en la capital y lleva 12 años dedicados a elaborar productos de fibra de yute, particularmente bolsas y monederos con estampados de flores, fridas o marías.
Hasta antes de la pandemia sólo se encargaba de producir y vender sus productos al mayoreo a comerciantes del Centro Histórico, pero ante el cierre de los establecimientos no esenciales debió salir, en pleno pico de contagios, a vender sus propios productos en zonas que encuentra desocupados sobre Eje 1 Norte, por La Lagunilla y Granaditas, mientras una de sus hijas torea por la calle Del Carmen.
“¿Qué podíamos hacer? A mí mi arrendadora me dice: ‘páguenos’. Siempre nos habíamos dedicado a coser y vender a los mayoristas, no éramos vendedores directos como ahorita, Ora sí, los que nos compraban nos dijeron: ‘No gracias, no hay ventas’, y entonces se nos empezaron a juntar los gastos, el gas, la luz, la renta y lo que hicimos fueron los tapabocas del mismo material”.
Cada pieza que produce con sus seis hijos en el taller que uno de ellos tiene en esa parte de la ciudad los vende a 20 pesos.
Hace un mes una de sus primas le llamó para contarle que la situación en Tehuacán estaba muy dura. Por eso ella propuso si le ayudaba a vender. No pagan renta, pero tenían que conseguir para sus alimentos
.
Se extiende la cadena
Explicó que en el pueblo se hacía el vestido de manta con bordados, allí se fabrican y algunos se mandan a la Ciudad de México y otros a Tijuana, hay gente que ya los pasaba al extranjero, pero tampoco se estaban vendiendo
.
Envió una muestra del cubrebocas y le preguntó si se podía hacer bordado; al ver el modelo en su teléfono le gustaron y encargó que hicieran más y se los mandaran. Ya comenzó a venderlos, vamos empezando, digamos que es un apoyito para darles trabajo allá en el pueblo
, y ahora que se ha vuelto de uso obligatorio y como ha empezado a salir más gente a la calle pueda vender más, Ahora son cuatro familias de Chilac las que producen cubrebocas bordados, pero nuestra meta es dar empleo a toda la gente que quiera trabajar y hacerlos así, bordados
. Ha pensado que si llega a caer más dinero comprará material y hacer bolsas y monederos.
Ahorita no me puedo quejar, están saliendo los gastos, no le ganamos mucho; en sí, no le ganamos más que para invertir y comer, ir apartando lo de mi renta, no más, pero ahí vamos.