Martes 31 de diciembre de 2019, p. 5
Nacido el 31 de diciembre de 1899, la única manera de comenzar una nota sobre Silvestre Revueltas de la misma forma que una sobre cualquier otro músico es empezar con la fecha de su nacimiento. Mediante datos biográficos, familiares, de influencias musicales, se intenta comprender a Revueltas mientras la música del violinista y compositor de Durango se sostiene como un fenómeno único, producto de diferentes lugares, personas y circunstancias, aunque tal vez su mejor cualidad sea poseer cualidades auditivas extraordinarias más allá de la historia de su creador.
Hay una tensión en las diferentes composiciones de Revueltas que parecería producto de una metrópolis, aunque sería mejor atribuirla a su propia forma de ser. Una de sus frases ayuda a formar una idea sobre la forma en que el compositor se burlaba de todo, incluso de sí mismo: ‘‘Soy poseedor de tres grandes descalificadores: Soy comunista, músico y bebedor.”
Las contradicciones expuestas son el gran factor común en la biografía de Revueltas, por un lado un desprecio a la formalidad académica de la música, por el otro un alto cargo en la Sinfónica Nacional, que sin embargo no derivó en una gran audiencia para su obra, que tanto tiempo después suena moderna sin remitir a la ciencia ficción y compleja sin desprenderse de una carga humana. Sarcástico y astuto en el planteo teórico de su propia obra, prefería pensar su música como el fondo para una conversación antes que material para ser interpretado por una gran orquesta. Aquí más que contradicción lo que aparece es una oposición a las normas musicales de su época.
Sentado en una mesa de la Fonoteca Nacional, ubicada en Coyoacán, el investigador musical de la UNAM, Theo Hernández Villalobos, da precisiones sobre el momento histórico en que Revueltas creó su música: ‘‘La mayoría de las veces pensamos en algo así como un nacionalismo espontáneo. Cuando viene la Revolución Mexicana se piensa en la identidad de una nueva patria. En este sentido Manuel Ponce sienta las bases para el llamado nacionalismo, un intento de dejar de avergonzarse de la música mexicana; del jarabe, por ejemplo. En 1913 habla sobre retomar la música folclórica, mestiza. Chávez y varios compositores empiezan a utilizar música popular. Revueltas es parte de esta corriente, él no quería ser compositor, sino violinista y es a insistencia de Chávez que se convierte en compositor. A Revueltas le tocó vivir la incipiente creación del nacionalismo y ya para 1930 está completamente imbuido en esta nueva corriente”. Otro elemento en la historia de Revueltas es su familia humilde, de la cual se desprendieron artistas de diferentes ramas, un pintor, un escritor y una actriz.
La forma en que Revueltas reinterpretó sus influencias tiene, según Hernández, más de una lectura: ‘‘Él no cita directamente elementos folclóricos como hicieron otros compositores, por ejemplo Ponce o Carlos Chávez, que tomaron elementos muy concretos y los volcaron como citas. Revueltas creó una síntesis musical, una atmósfera y un estilo perfectamente propios e inconfundibles, pero a su vez podemos decir que es música mexicana, como cuando encontramos elementos jaliscienses en alguna de sus obras”. También el desarrollo de su formación en Estados Unidos y en Europa dejaría una huella: ‘‘Él nació en Durango, pero se educó en conservatorios en Estados Unidos. Su obra trasciende el concepto de lo urbano y lo rural”.
Tomar influencias folclóricas y reinterpretarlas para avanzar en la música no es el único elemento que destaca a Revueltas, ya que también desafió la noción misma de lo que significó ser un compositor. Según Hernández: ‘‘Revueltas se diferencia en la brevedad, se abocó a las formas sencillas, no hizo grandes obras, no hizo una sinfonía ni una ópera, lo que se supone que tiene que hacer un gran compositor en la tradición occidental, que es básicamente germana: para los alemanes el hacer un concierto o una sinfonía es la tarea de un gran compositor. Revueltas no hace esto; de hecho, sus grandes obras como La noche de los mayas no la compuso, sino que compuso la música sobre la cual se elaboró una suite para la película con la que se construyó una obra enteramente nueva. Tiene elementos que no son característicos de Revueltas, como una gran orquestación y algunos movimientos que no son propios de él. Una composición puramente revuelteana sería Sensemayá’’.
Al final de su corta vida, Revueltas batalló en las filas republicanas contra el franquismo, mientras la liga de artistas prefería los discursos de tono humanista. Lo que no pudo es sobrevivir a su alcoholismo, que según Hernández fue también fundamental en la creación de la animosidad entre los defensores de Chávez y los de Revueltas, una enemistad musical que sobreviviría a los compositores: ‘‘Revueltas tuvo un problema de alcoholismo muy severo, que hacía que dejara de componer y no sea puntual en los ensayos. La separación que se da entre Revueltas y Chávez en la sinfónica es muy probable que se haya debido a eso. De hecho, encontré en el Archivo General de la Nación algunos documentos donde se le advierte a Silvestre que no llegue borracho y no insulte a sus compañeros. Su distanciamiento con Chávez viene por este lado, por crisis de alcoholismo y falta de responsabilidad. Él tenía un gran sentido del humor y se burlaba de todo el mundo’’.
* El autor es investigador musical