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Los Ángeles y Cuba
H

ace 60 años comenzó la Revolución Cubana tras la huida del corrupto dictador Fulgencio Batista. El movimiento despertó la esperanza de cambios radicales en varios países latinoamericanos que padecían situaciones políticas, económicas y sociales semejantes. Quienes éramos adolescentes en esa época seguíamos con emoción las hazañas que encabezaban Fidel Castro y el Che Guevara, que tenían aspecto de héroes de película. Apuestos, con sus uniformes de guerrilleros, armas, barbados y con un puro en la boca.

Casi no había persona joven que no tuviera un cartel del Che o Fidel en su cuarto. Hay que reconocer que más de una estábamos enamoradas de alguno de esos personajes. Muchas cosas han pasado en estas seis décadas, buenas y malas, lo que sí queda incólume es que Cuba ha sido el símbolo de la resistencia ante Estados Unidos.

Para festejar el aniversario el próximo viernes 19 se va a celebrar el Gran Baile que organizan la embajada de Cuba y el Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba en el Salón Los Ángeles. No se podía haber escogido mejor lugar, porque aquí han tocado las orquestas más relevantes de la isla y en varias ocasiones lo visitaron Fidel, el Che y demás compañeros que vivieron en México para preparar la invasión. Es a partir de las 20 horas, en Lerdo 20, en la castiza colonia Guerrero. Puede comprar sus boletos en la entrada.

Vamos a recordar un poco de la historia del legendario salón de baile cuyo lema es: Quien no conoce Los Ángeles no conoce México. En 1937, don Miguel Nieto Alcántara decidió transformar una bodega en la que guardaba camiones y costales de carbón en un salón de baile popular. Lo bautizó Los Ángeles por su cercanía con el santuario dedicado a Nuestra Señora de Los Ángeles, que bautiza ese barrio de la colonia Guerrero.

A unos pasos del templo, en la calle de Lerdo, se encontraba la que fue la famosa fábrica de muebles Lerdo Chiquito, que seguro recuerdan los que no se cuecen al primer hervor.

Los Ángeles es de los pocos salones de baile que han sobrevivido. Todavía puede ir los martes y domingos de 17 a 23 horas a echar una sabrosa bailada. Ahora ya puede tomar una cerveza o un traguito más fuerte; no hace mucho la inspiración provenía únicamente de la música y la pareja, ya que no se vendían bebidas espirituosas. Esto desmentía el socorrido dicho de los bebedores que alegría que no proviene del alcohol, es ficticia.

Los martes se baila danzón y música de grandes bandas, intercalando ritmos como el chachachá, mambo y swing. Los domingos hay son cubano, salsa y cumbia. Para los que creen que no se les da la danzada, hay asesores de baile que le van a demostrar que todo mundo lleva la música por dentro.

Miguel Nieto Applebaum, nieto del fundador, y su madre doña Armida, quien a sus cerca de 90 primaveras todavía da sus pasitos en la pista, están pendientes de que todo marche bien en Los Ángeles. También están al tanto de su cantina La Tormenta, que se encuentra del otro lado de la calle, en la esquina con Mercado, en una hermosa casona antigua.

Este es un buen lugar para proveerse de energías antes del sarao. Al traspasar las puertas de vidrio esmerilado está un amplio salón con mesas cubiertas con manteles verdes, sillas de madera, gabinetes de piel negra, una gran barra cubierta del mismo material y una contrabarra bien surtida.

En las paredes: reproducciones de Leonardo Da Vinci, Van Gogh y litografías que muestran desnudos pintados por Raúl Anguiano. La música ambiental, grata y a buen volumen, deja disfrutar la plática, que sólo se interrumpe ocasionalmente por el choque de las fichas del dominó o los dados del cubilete.

Los amables meseros sirven con diligencia la abundante botana que cambia todos los días o los platos a la carta, apetitosos y de buen precio: filete de res o mojarra, pechuga a la plancha con ensalada si está cuidando la línea, si no, una milanesa con papas. Las tortas tienen fama. Si va en martes puede saludar a doña Armida.