Destellos de antirracismo
esde hace más de 20 años unos cuantos críticos veíamos al racismo como el mayor problema del país. Agustín Basave, José Iturriaga, yo y muchísimos otros tocamos el tema en diferentes espacios. En 1989 escribí en mi libro La democracia que viene que la desigualdad más profunda en México no estaba ni en las regiones ni en los ingresos, era de orden racial y cultural. Habíamos sido ciegos a nuestro racismo durante todo el siglo XX. En otro artículo de 2009 advertí que si esto se quería comprobar bastaba mirar a la realidad cotidiana: ¿Quiénes vivían en los barrios más elegantes de la Ciudad de México? ¿Quiénes son servidos y quiénes sirven en los mejores restaurantes? ¿Quiénes tienen acceso a los puestos de mando en las empresas, en el poder cultural? ¿Cómo son los paradigmas estéticos-eróticos que sirven como base a la publicidad comercial?
A 10 años de ese artículo la realidad parece ser la misma, pero no es así. El tema va avanzando en la opinión pública con grandes dificultades, pero es una forma de despertar. A principios de año quedamos impresionados por la película Roma, que denuncia de modo inteligente el racismo, y hace unos días a un programa de televisión se le denunció como racista
por haber mencionado que dos estudiantes de una importante institución eran blancos en contraste con los que asisten a universidades públicas.
El tema considerado tabú está siendo abordado en forma frecuente. En 2016 se llevó a cabo la exposición del curador César Carrillo Imágenes para ver-te. Una exhibición del racismo en México; en 2017 Inegi consideró el color de piel dentro de su módulo de movilidad social y recientemente El Colegio de México le entró al toro en un estudio coordinado por el Dr. Campos Vázquez e intitulado El color de México, en el que se presentan los resultados de cuatro instrumentos estadísticos que demuestran cómo el color de piel juega un papel fundamental en la vida de los mexicanos. Según los estudios, mientras más claro es el color de piel las posibilidades de destacar en la vida aumentan.
El camino para superar el racismo en México es la toma de conciencia como primer paso y aceptar que existe racismo también de los morenos contra los güeros
(cuando pueden, lo que no es muy frecuente). La negación del problema es su principal defensa. Si de verdad aspiramos a una nación homogénea, el primer paso es aceptar que no lo somos.
Colaboró Mario Antonio Domínguez.