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Cartas desde la prisión
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▲ Nelson Mandela (1918-2013) en Londres, el 26 de noviembre de 2004.Foto Afp
Periódico La Jornada
Domingo 30 de junio de 2019, p. a12

Durante 10 mil 52 días de cautiverio, Nelson Mandela, condenado a cadena perpetua en 1962, ‘‘nunca flaqueó, jamás perdió la dignidad, ni renunció a sus principios ni permitió que la sinrazón lo envileciera’’. Pasó 27 años entre rejas y desde ahí escribió cientos de cartas a las autoridades penitenciarias, a sus compañeros de lucha, a familiares y amigos, a su mujer y a sus hijos. Las 255 misivas reunidas en el libro Cartas desde la prisión retratan de cuerpo entero al héroe que encabezó la liberación de su pueblo y primer presidente negro de la República Sudafricana ya libre de la discriminación racial. Con autorización de Malpaso Ediciones, La Jornada ofrece a sus lectores un fragmento de este volumen alusivo a Madiba, símbolo de la lucha contra la injusticia.

La correspondencia desde la prisión de Nelson Mandela no se aloja bajo un solo techo, de suerte que hemos tardado casi diez años en la compilación de este libro. Hemos reunido las cartas a partir de varias colecciones: los archivos carcelarios de Mandela depositados en el National Archives and Record Service de Sudáfrica, la Himie Bernadt Collection y las colecciones particulares de Meyer de Waal, Morabo Morojele, Fatima Meer, Michael Dingake, Amina Cachalia, Peter Wellman y Ray Carter. También se obtuvieron cartas de la colección Donald Card, así llamada en referencia al antiguo policía que, en 2004, devolvió a Mandela las libretas en las que copiaba sus cartas antes de entregarlas para que las mandaran a sus destinatarios. En 1971 le requisaron las libretas que guardaba en su celda, y se quejó de ello ante las autoridades en una misiva escrita el 4 de abril de 1971. Para la localización exacta de cada una de las cartas, véase la página 637.

En el National Archives and Record Service de Sudáfrica se halla la mayor parte de las cartas que Mandela escribió desde la prisión. Guardadas junto a otros documentos en legajos atados con cordel y metidos en archivadores de cartón, las cartas ocupan cincuenta y nueve cajas. Estos documentos representan el registro de la correspondencia que escribió y recibió según el Departamento de Prisiones. En algunos casos encontra- mos todavía las cartas originales como testimonios mudos de que nunca fueron enviadas.

Puesto que muchas de estas cartas son copias de las originales, su legibilidad depende de la manera como se fotocopiaron, del papel que se utilizó y de cómo se ha ido desvaneciendo la tinta con el paso del tiempo. En algunas faltan palabras de un lateral que los funcionarios de la cárcel no fotocopiaron con cuidado o expresiones que recortaron durante el proceso de censura. En algunos casos, nunca sabremos exactamente lo que escribió Mandela.

Fue desolador encontrar entre los archivos, diecinueve años después de que lo liberaran, una carta, larga y cariñosa, dirigida a la menor de sus hijas, Zindziswa, todavía doblada con esmero en un sencillo sobre blanco. Estaba acompañada de una nota manuscrita de un funcionario de la cárcel donde este decía que a Mandela no se le permitía enviar la carta junto con una postal de felicitación navideña. Escrita el 9 de diciembre de 1979, muestra el esfuerzo de un padre por acercarse a su hija, a la que echa de menos. Zindziswa debería haberla recibido a tiempo para su decimonoveno cumpleaños, remitida por el padre que perdió cuando apenas era un bebé de veinte meses. Hasta ese punto llegaba el arbitrario y cruel control de la correspondencia.

En este libro se publican íntegramente las cartas que componen esta colección omitiendo en unos pocos casos cierta información para salvaguardar la intimidad de los afectados. Con el fin de evitar repeticiones innecesarias, se han eliminado de las cartas casi todas las direcciones postales de Mandela, de manera que el libro queda dividido en secciones que corresponden a las cuatro prisiones y los dos hospitales en los que estuvo ingresado.

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Se reproduce el texto exactamente como lo escribió Mandela con la única salvedad de que se han corregido palabras o nombres mal escritos (hay muy pocos casos); también, en raras ocasiones, se ha cambiado ligeramente la puntuación para facilitar la lectura; además, se han eliminado las letras voladas que aparecían en los números de las fechas. Se han intentado conservar sus diferentes estilos de escritura, pero tratando de unificar tanto las fechas como las abreviaciones para esta traducción. No es posible saber a ciencia cierta por qué escribía frecuentemente abreviaturas como yr por year (año) y chdn por children (niños), pero podría muy bien tratarse de un esfuerzo por mantener las cartas dentro del límite de una página y media que los censores establecieron después de que se cansaran de contar palabras. Cuando hablaba de libros, Mandela citaba los títulos entre comillas; como es habitual, se ha sustituido este criterio por el estándar editorial: el título en cursiva. Por último, Mandela utilizaba a menudo corchetes en lugar de paréntesis; para evitar que se puedan confundir las interpolaciones de esta edición con el texto original de Mandela, se ha regularizado este uso siguiendo la convención en español.

Se ha decidido mantener el subra-yado de ciertas palabras y fragmentos en determinadas cartas. Por lo general, eran obra de los censores de la cárcel cuando albergaban sospechas sobre alguno de los individuos o hechos mencionados. A veces, era el propio Mandela quien subrayaba ciertas partes. Hemos especificado en qué ocasiones este subrayado parece del censor o de Man-dela o si es imposible determinar de quién se trata. Mandela escribió cartas en afrikáans o en xhosa –su lengua materna–, de modo que indicamos cuáles de las cartas que se presentan en esta traducción estaban redactadas originalmente en lenguas diferentes del inglés. Los funcionarios de la cárcel mecanografiaron algunas de las cartas y también se da cuenta de ello.

Mandela firmaba sus cartas de manera distinta según su destinatario. En la correspondencia oficial su firma era N. R. MANDELA, siendo la R la inicial de su nombre de pila, Rolihlahla. En las cartas dirigidas a su mujer, WinnieMandela, y a ciertos miembros de su familia solía despedirse como DALIBUNGA, el nombre que recibió después de pasar la ceremonia tradicional de iniciación a la edad adulta al cumplir los dieciséis años. Para otras personas era NELSON o NEL, el nombre que le dio en la escuela primaria su profesora, la señorita Mdingane, siguiendo la costumbre de ese momento de poner nombres ingleses a los niños africanos. Para sus hijos era TATA, ‘‘padre’’ en xhosa, ypara sus nietos era KHULU, ‘‘abuelo’’en la misma lengua.

No ha sido posible identificar a todas las personas que aparecen en las car-tas; sin embargo, cuando así se hahecho, se ha incluido información sobre individuos, lugares y hechos particula-res en notas a pie de página. El lectorhallará un exhaustivo apéndice con datos sobre muchos de los hechos y personas mencionados a menudo por Mandela. Esa información no esta consignada en las notas a pie de página. En otro apéndice se explica el significado delos términos africanos que Mandelaemplea con más frecuencia (dentro del texto aparecen marcadas con letra cursiva).