Debajo de la estatua del Cristo Redentor o en el Pan de Azúcar los visitantes se disputan la mejor posición // Brasil es un país loco por esa práctica, pero no es el único // En el Gran Cañón de Colorado, Estados Unidos, muchos turistas llegan a extremos arriesgados
Domingo 30 de junio de 2019, p. 3
Río de Janeiro. En la cima del cerro del Corcovado, debajo de la inmensa estatua del Cristo Redentor, docenas de turistas se disputan la mejor posición para tomarse una selfie, con la panorámica vista de Río y la bahía de Guanabara bañadas por la luz de la puesta del Sol como sublime telón de fondo.
Un bosque de brazos se eleva en busca de la selfie solitaria, en pareja o en familia. Palos de selfie se cruzan en un ballet indeciso: fotografiarse delante del Cristo o del Pan de Azúcar, pero ante todo... que no aparezcan en cuadro los turistas de al lado que también tratan de retratarse.
Philippe, joven ingeniero francés de cabellos largos, se toma una foto delante de la escultura art déco de hormigón y esteatita. ‘‘Mis colegas se ríen porque dicen que me parezco a Jesús, así que me tuve que tomar una selfie y enviárselas’’, dice.
De todos modos el ejercicio le merece alguna que otra reserva. ‘‘En las redes sociales esto genera una imagen falsa. Sólo se comparten fotos de cosas bellas, el Sol, Río, la playa’’, opina Philippe. Quienes miran esas imágenes ‘‘se deprimen porque tienen la impresión de que su vida no vale una mierda’’.
El atardecer tiñe de rosado al Cristo cuando Daniela Lemes, empleada brasileña, está extasiada por su selfie, que es ‘‘un momento de alegría compartida en familia (...) en lugares maravillosos como éste’’.
En la otra punta de Río de Janeiro, en el Museo del Mañana, otro icónico sitio de la Cidade Mara-vilhosa, Tatiana da Silva de Paula, esteticista, admite que se toma entre 100 y 200 selfies por día.
‘‘Me las saco primero para ver cómo luzco y después las publico en las redes sociales, para mis amigos, la familia’’, explica. Brasil es un país loco por las selfies. Pero no es el único.
Aquí, allá y en todas partes
A 9 mil kilómetros de Río, en el corazón de Roma, la Fontana di Trevi es una parada obligatoria para los amantes de la autofoto.
Sarah y Fivos, pareja de británicos oriundos de Mánchester, llegaron hasta este alborotado rincón de la Ciudad Eterna para celebrar su décimo aniversario de casados.
‘‘Estamos contentos con la selfie que nos tomamos, pero con tanta gente hay que esperar el momento correcto para conseguir una buena toma sin personas en el cuadro’’, ataja Fivos. Cerca de ellos, Elia y Chiara, dos jóvenes italianas de Frosinone, al sur de Roma, han elegido complicar el ejercicio e intentan tomarse una selfie con sus padres en el fondo... tomándose una selfie.
La aglomeración alrededor de la fuente que Federico Fellini inmortalizó en La Dolce Vita es tal que los ánimos pueden llegar a caldearse.
En agosto del año pasado, la policía tuvo que separar a dos grupos de turistas que se enfrascaron en una pelea por un lugar para fotografiarse frente al monumento.
Hasta los famosos se han rendido a la tentación de apuntar el lente hacia sí mismos y se suman a los millones de turistas que buscan capturar recuerdos románticos.
En la Acrópolis de Atenas, por ejemplo, el legendario Paul McCartney y el fundador de Facebook Mark Zuckerberg se sacaron fotos con sus respectivas parejas.
En Egipto, sobre la meseta de Guiza, en las afueras de El Cairo, frente a la pirámide de Keops–única de las ‘‘Siete maravillas’’ del mundo antiguo que permanece en pie–, Sheila Ahmed, turista de Bangladesh, utiliza su smartphone para replicar lo que han hecho muchos otros antes. ‘‘No soy fanática de las selfies, pero es tan fácil tomar una foto en cualquier lugar... Sobre todo aquí, delante de la Gran Pirámide. ¿Dónde me sacaría una foto sino acá?’’, dice.
Deporte nacional
En Estados Unidos, el MatherPoint, mirador en el borde surdel majestuoso Gran Cañón del Colorado, es tal vez la atracción de ese país donde la fiebre de laselfie es más alta. No faltan turistas que llegan a extremos arries-gados en busca de la selfie másespectacular.
‘‘La vista desde aquí ya es muy bella, no me interesa avanzar más’’, comenta la británica Kathryn Kelly mientras mira cómo una joven imprudente se aventura hasta el borde del precipicio.
En Corea del Sur, la selfie se ha convertido en un deporte nacional y hasta el presidente, Moon Jae In, publicó un mensaje grabado como ‘‘video selfie’’ cuando cumplió 100 días en el poder.
Y si bien la hermética Corea del Norte parecía ser el último país a salvo de esta fiebre, su líderKim Jong Un colgó ya dos selfies: una con un ministro de Singapur yotra con un periodista ruso.