a Secretaría de Hacienda y Crédito Público divulgó ayer un comunicado referente a la situación de las finanzas y la deuda públicas en los primeros cinco meses de este año. Entre otros datos, puntualiza que durante el periodo de referencia el gobierno federal gastó 140 mil millones de pesos menos de lo programado en el paquete económico para 2019, lo cual permitió alcanzar un superávit de 32. 4 mil millones de pesos que contrasta con él déficit de 36.9 mil millones con que se saldó el mismo periodo en 2018. Asimismo, se reporta una ligera disminución en el monto de la deuda externa y un incremento muy contenido de la interna.
En principio, estos datos podrían constituir noticias positivas sobre el estado que guardan las finanzas públicas, pues dan cuenta de un freno en el galopante ritmo de endeudamiento que marcó los últimos años de la administración pasada –durante la cual el débito del sector público pasó de 6.3 billones de pesos a alrededor de 11 billones, con un incremento diario de 3 mil 77 millones de pesos–, así como de una mayor mesura en el manejo de los recursos a disposición del gobierno.
Sin embargo, el informe de Hacienda también confirma varias tendencias preocupantes en la marcha de la economía nacional. Por ejemplo, aunque hubo una disminución significativa en el gasto corriente (el destinado a la operación diaria del gobierno), también se registró una caída de 16.4 por ciento en la inversión física gubernamental, un rubro de alto impacto por su contribución en la generación de empleos y como motor de múltiples ramas de la actividad económica.
Resulta difícilmente justificable que se gaste por debajo de lo disponible en un contexto de marcadas carencias en diversos sectores clave, cuya desatención tiene agudas consecuencias en el bienestar de la población y deriva en un creciente descontento social: así ha sido en casos tan relevantes como la inversión en educación, ciencia y tecnología, salud, apoyos al campo y atención a grupos vulnerables. Por añadidura, el peso del sector público en la economía nacional, estimado en alrededor de 15 por ciento del producto interno bruto, causa que las restricciones en el gasto gubernamental repercutan de manera inevitable en la desaceleración del crecimiento.
En suma, aunque el subejercicio del presupuesto sea habitual en el arranque de una nueva administración, tanto la magnitud como los efectos actuales y previsibles del quese ha acumulado en los primeros meses del gobierno actual obligan a reconsiderar las po-líticas de ahorro y plantear la necesidad de poner el énfasis en una aplicación estratégica de los recursos.