Carlos Payán recibió una de sus cartas póstumas
Colaboraron en el trabajo, entre otros, Noam Chomsky, Sergio Ramírez y Daniel Viglietti
Lunes 24 de junio de 2019, p. 10
Un retrato que hacía falta del emblemático periodista argentino Gregorio Selser, narrado a distintas voces, sobre su vida y su vasta obra periodística, acaba de ser publicado por la editorial de la Universidad de La Plata, Argentina. Su autor, Julio Ferrer, narra a lo largo de cerca de 400 páginas cómo fue que la obra selseriana se escribió con la convicción de que la dependencia histórica de los pueblos de América del imperialismo no tenía que ser eterna
.
Los artículos de Selser empezaron a ser conocidos en México en los años 70 en el periódico El Día, que hacía un gran despliegue de la información internacional. A partir de 1988 aceptó la invitación del entonces director de La Jornada, Carlos Payán, para publicar en este diario sus columnas, que entregó puntualmente hasta pocos días antes de su muerte. Para Payán fue una de las cuatro cartas póstumas con las que comunicó su deseo de quitarse la vida (agosto de 1991) y su agradecimiento con México.
Autor de medio centenar de libros –incluida la extensa enciclopedia Cronología de las intervenciones extranjeras en América Latina (edición póstuma, realizada por el Centro Académico de la Memoria de Nuestra América –Camena–, de la UACM, en 2010) y la más conocida de sus obras, Sandino, general de hombres libres, dejó como legado un archivo monumental de más de 2.5 millones de recortes sobre temas latinoamericanos y la relación con Estados Unidos, que hoy se alberga, organizado y digitalizado, en el Camena.
El periodista Ferrer, que dedicó seis años en armar el complejo entramado de esta biografía, Gregorio Selser, una leyenda del periodismo latinoamericano, con prólogo de Stella Calloni, tejió el gran mosaico del historiador-periodista recorriendo buena parte de sus libros, reproduciendo fragmentos significativos, poniendo en contexto cada uno de ellos con pasajes de varias décadas de la historia de América Latina del siglo XX e intercalando este relato con decenas de testimonios sobre este hombre de quien Eduardo Galeano sintetizara: Este sí es un periodista
.
Colaboraron en este esfuerzo 47 escritores y periodistas que conocieron a Selser, a quien el informador brasileño Eric Nepomuceno describe así: Ese tipo petizo, que trabajaba como león enfurecido en investigaciones de dimensiones astronómicas
. Entre otros, participan el estadunidense Noam Chomsky; Esteban Hasam y Bettina Gómez, de México; Juan Carlos Salazar, de Bolivia; Sergio Ramírez y Aldo Díaz Lacayo, de Nicaragua; Daniel Viglietti, de Uruguay; John Saxe-Fernández, de Costa Rica, y numerosos compatriotas suyos.
Como toda biografía clásica, empieza con la infancia de Gregorio (nació en julio de 1922, en Buenos Aires), hijo de trabajadores migrantes, alemán el padre y ucraniana la madre, quien muere a los pocos meses del nacimiento del futuro periodista. Por ello se crió en un orfanatorio de niños judíos. Durante su infancia estudió siempre en escuelas públicas, vivió en modestas pensiones y precozmente destacó por su incomparable voracidad como lector de todo: libros, diarios, revistas, enciclopedias. A los 16 años fue apresado por repartir propaganda de la causa republicana española, a los 18 se sumó al Partido Socialista (una filiación profunda en sus convicciones ya que hasta el final de sus días permaneció fiel a esa formación) y a los 22 años se ve obligado a salir a su primer exilio, a Montevideo.
Empezó como reportero en un diario conservador, donde cuenta que escribía sobre accidentes de trenes y cosas así
, pero su nombre está ligado a la fundación de medios emblemáticos de la izquierda latinoamericana: Marcha, con el uruguayo Carlos Quijano; Prensa Latina, la agencia oficial cubana, con otros argentinos, o El periodista, primera revista postdictadura argentina, que sólo duró cinco años.
Él y Sandino
En los años 70, los jóvenes guerrilleros nicaragüenses contaban que en su mochila nunca faltaban hojas mimeografiadas que reproducían partes del libro Sandino, general de hombres libres, de un autor de tierras distantes de quien no sabían nada más. Pero que les había permitido descubrir a Augusto César Sandino, el héroe desconocido de su propia patria y su gesta antimperialista en los lejanos años 20, inspirador de su rebelión en contra de la tiranía somocista. Así, los protagonistas de la gesta del ’79 en Nicaragua, entre ellos muchos de los que hoy se oponen a la vía autoritaria que ha tomado el régimen de Daniel Ortega, reconocen a Selser como el argentino que nos enseñó quién era Sandino
.
En una entrevista con el boliviano Juan Carlos El Gato Salazar le dijo: Yo no descubrí a Sandino. Él comenzó a cabalgar solo en las montañas de Nicaragua. Yo sólo fui su cronista
.
Particularidades del periodismo, ese cronista genial encontró su materia prima rascando durante horas en las librerías de viejo de Buenos Aires e invirtiendo quincenas completas en la compra de rarezas literarias e históricas. En 1954, Selser miraba con lupa lo que sucedía en Guatemala y la abierta conspiración de la CIA para derrocar al presidente reformista Jacobo Arbenz. Produjo uno de sus libros-reportaje, El guatemalazo. Fue uno de los pocos periodistas en entrevistar a Arbenz en 1957 en Montevideo (aunque esta entrevista no se publicó sino hasta que Jacobo Timmermann la sacó en 1971 en la revista Primer Plano).
Le había picado su gran curiosidad de reportero y de aquí se siguió indagando en la historia centroamericana hasta que, retrocediendo tres décadas, dio con el primer guerrillero y su pequeño ejército loco
, que opuso resistencia a una invasión estadunidense. Nunca dejó de llamarle la atención cómo los rebeldes nicaragüenses habían defendido fieramente su soberanía en contraste con lo que llamó la dejadez
de los guatemaltecos, tres décadas después.
Exilio
En 1975, Selser publica De cómo Nixinger desestabilizó Chile, sobre el papel de Estados Unidos en la sangrienta caída de Salvador Allende. En el Cono Sur empezaba a dominar el golpismo castrense. Muy pronto el nombre de Gregorio apareció muy alto en las listas de elementos a eliminar
de la Triple A argentina. Selser seguía escribiendo prolíficamente bajo diversos seudónimos. Una investigación de Bettina Gómez, de Camena, logró ubicar 76 identidades que utilizó.
Finalmente logró salir de Argentina en 1976 hacia Panamá y cuatro meses después hacia México, donde vivió los últimos 15 años de su vida, sin cesar de escribir y rastrear información, asistido siempre por su maravillosa compañera Marta Ventura de Selser.
Aquí, cuenta John Saxe-Fernández, con quien trabajó a inicios de los 80 en el Proyecto Lázaro Cárdenas sobre la Condición Estratégica del Petróleo Mexicano, Selser pudo respirar, escribir, publicar, decir
.
De lo que dejó atrás, en Buenos Aires, se pudo rescatar –con la intervención del embajador mexicano de entonces, Antonio González de León– una biblioteca y hemeroteca de 150 cajas con libros, 50 con revistas y 32 con recortes. Todo fue donado a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Luego vendría otra odisea, el rescate del archivo Gregorio y Marta Selser, hoy disponible para todo público en el plantel de la colonia Del Valle de la UACM, bajo la tutela de la maestra chilena Beatriz Torres.
Última pincelada. Óscar González, otro periodista exiliado de aquellos tiempos, editor de la sección internacional del antiguo Unomásuno y correligionario de Selser, solía acompañarlo a sus charlas en las aulas de la UNAM. Un estudiante le preguntó:
–Maestro, ¿dónde encuentra usted los materiales para sus notas?
–En los diarios, joven, en los diarios.