No queda mucho tiempo en la carrera de Esmeralda Joya Moreno. La discriminación salarial, el maltrato de promotores y la inactividad en el cuadrilátero acorralaron a la dos veces campeona del mundo en peso minimosca por el CMB. Desde hace ocho meses no ha regresado a pelear. No hay razón alguna –asegura–, sino el desinterés de la empresa que la tiene contratada.

“La empresa para la que trabajo me tiene congelada desde hace ocho meses”, expone la Joya; he tratado de aclarar la situación, pero no me responden. Es complicado estar así, porque lo que uno gana como mujer en una pelea se esfuma en tres meses y el resto del tiempo hay que ingeniárselas para conseguir dinero para los gastos.

Esmeralda no puede tener paciencia. Advierte que tiene que hacer frente a los gastos de su hija pequeña ella sola, por lo que mientras resuelve su situación en el boxeo, ha buscado otras salidas laborales.

Estoy por conseguir empleo regular como orientadora, algo que puede relacionarse con mi carrera de licenciada en deguridad ciudadana, cuenta Esmeralda.

El hartazgo ante el maltrato y las nulas expectativas de mejorar las condiciones salariales en el boxeo de mujeres la hacen pensar que tal vez sólo le queda un año más de boxeo. No dramatiza, pero ella fraguó una carrera siempre contra la corriente, como la víctima con peleadoras con mayor experiencia y ventaja de peso. Así se abrió camino y en dos ocasiones logró conquistar un cinturón mundial. Hazañas que nunca tuvieron un premio económico adecuado.

Es difícil para un boxeador estar inactivo, pero si a eso le agregamos que somos mujeres, pues a la falta de ritmo hay que sumar la ausencia de ingresos y la imposibilidad de tener una reserva con lo que ganamos, cuenta.

A pesar de la realidad actual, Esmeralda tiene una reserva de optimismo y espera lograr un acuerdo con la empresa que la dirige para buscar otras opciones. Mientras tanto, ella sigue entrenando como si fuera a pelear esta noche.

El día que me retire será porque los promotores no nos tratan con respeto ni dignidad; nos consideran mano de obra barata y eso es ofensivo. Me iré con ese mal sabor de un deporte que amo, finaliza.