El pintor mexicano Antonio ilustra la feria de Jerez, España // Hilda Tenorio, el precio de ser
H
oy me siento muy orgulloso y contento, como mexicano y saltillense, por poder embellecer, más de lo que ya es, a una de las ferias más importantes de España, la feria de Jerez de la Frontera, Cádiz. Esto es un gran logro para mí, ya que me impulsa a seguir trabajando más duro y a seguir aprendiendo más de esta bella, pero dura profesión. Dedico este cartel a mi familia que siempre me apoya y cree en mí, y a toda la afición al arte y a la fiesta brava. ¡Viva el arte!
Son palabras del pintor Antonio (Antonio Rodríguez, Saltillo, Coahuila, 5 de julio de 1975), al enterarse de que su cuadro había sido seleccionado para el cartel taurino de la citada feria del caballo los días 16, 17 y 18 de mayo. Un cartel de toros debe irradiar colorido, atractivo, promesa de emociones; nunca ser aburrido
, comenta. No fue por mi linda cara, sino porque el año pasado obra mía apareció en 13 festejos distintos en España. En Jerez no sólo pegan carteles en postes y paredes, sino que hacen un amplio despliegue de anuncios espectaculares en autobuses, avenidas y carreteras, convencidos y orgullosos de su feria
.
Este cartel plasma un antiguo método de riego en el ruedo de la añeja plaza jerezana (1894, 10 mil localidades) donde dos carretas cargan sendas barricas o cubas que en vez de vino esparcen agua sobre la arena. Dos monosabios, tan olvidados, hacen sus labores y tres subalternos regresan al burladero, en tanto el matador saluda a la autoridad luego de la faena. No quise plasmar una suerte, sino un ambiente que anime a asistir a más gente
, remata Antonio, emocionado.
Conmueve hasta la médula que, en una época caracterizada por la estupidez y la falta de reflexión, haya personas comprometidas consigo mismas y con su vocación, poderosa voz o llamado interior a aprovechar las capacidades para servir a… quien sabe escuchar lo más esencial de su propio ser, así tenga que pagar cuotas atroces. Son seres elegidos a los que les son revelados dotes y talentos a aplicar por encima de las circunstancias, la suerte y el azar, esa veleidosa fuerza que seguido sabotea la perseverancia y pone a prueba la determinación. Si a ello agregamos la falta de estrategias en los diferentes sistemas, incluido el taurino, para identificar, valorar y aprovechar vocaciones…
Hilda Tenorio –vocación torera, donde las haya–, luego de más de un año convaleciente de una lesión de rodilla, ha vuelto a caer herida el viernes 3 de mayo, ahora en la plaza El Relicario, de Puebla, al intentar una larga cambiada en tablas, sufriendo la fractura del maxilar superior y severas lesiones en el paladar. ¿Tiene sentido tanto sacrificio a cambio de un medio taurino insensible? ¿Vale la pena que una mujer, además licenciada en derecho, dedique sus mejores años a torear? Son preguntas que sólo ella ha sabido y sabrá responder. Nadie más.
Con la delicada cirugía, dolorosa convalecencia y penosos tratamientos, Hilda debe soportar, además, a las legiones de imbéciles disfrazados de animalistas, vomitando ofensivos mensajes que reflejan su dañado cerebelo y su pánico existencial. Admirada y apreciada matadora, como desde novillera soportas mis palabras impertinentes, te digo algo parecido a lo que le soltó el maestro Rodolfo Gaona a un alternante: no te vuelvas a hincar ni delante del santísimo; tu cabeza torera es de otro nivel. Que la confianza en tu vocación sea tu fortaleza en este nuevo trance y que los medrosos sigan creyendo que la vida debe ser lógica y práctica