a ciencia occidental tiene como uno de sus rasgos característicos la presunción de objetividad. Bajo esta mirada eurocéntrica se generó la separación entre los seres humanos y la naturaleza, lo cual fue utilizado para legitimar la idea de que la naturaleza puede ser poseída. De manera paralela, se erigió a la universidad como el espacio predilecto para la generación del conocimiento. Así, todas las naciones tienen derecho a gozar de las ventajas que la ciencia produce en beneficio de asegurar el desarrollo. Este modelo epistémico ha sido decontruido por el filósofo colombiano Santiago Castro Gómez, quien habla de la hybris del punto cero: la ciencia moderna occidental se sitúa fuera del mundo para observar al mundo; pretende ubicarse en el punto cero de observación para ser como Dios, pero no logra observar como Dios. Por eso hablamos de la hybris, del pecado de la desmesura. Cuando los mortales quieren ser como los dioses, pero sin tener capacidad de serlo, incurren en el pecado de la hybris, y esto es lo que ocurre con la ciencia occidental
. En el fondo la objetividad intenta ocultar la relación entre conocimiento y poder.
En México la relación entre la ciencia occidental y los pueblos indígenas se caracteriza por ser una relación asimétrica que ha impactado en la vida de nuestros pueblos. Un ejemplo, es lo acontecido entre los zoques de Chapultenango y los científicos que han estudiado el volcán Chichonal. Desde la literatura occidental se recalca la falsa idea de que los trabajos de Friedrich Karl Gustav Mullerried permitieron la identificación del volcán. El geólogo alemán determinó que el Chichonal era el único volcán activo en el sureste de México.
La relación estrecha entre los zoques y el volcán no es nueva. El tzitzun cotzak o volcán cotzak es una pieza fundamental en el universo cosmogónico zoque, puesto que en esa montaña sagrada vive Piowachuwe, vieja que arde
, quien además es la dueña del volcán. La interpretación del mundo desde los zoques no sólo contempla una relación estrecha entre los seres humanos y Nasakobajk –Madre Tierra– representa una compleja interpretación del tiempo. Nuestros mayores nos enseñaron que a lo largo del día Piowachuwe vive distintas etapas de su vida. Durante la mañana es una niña y al morir el día es una anciana. La medición del tiempo resulta fundamental, marca el tiempo de las deidades, la siembra y la fiesta.
Desde la década de los 60 del siglo pasado el pueblo zoque de Chapultenango tenía registros de la actividad del volcán que presagiaban erupciones. Sin embargo, las autoridades nunca desarrollaron un plan de emergencia. El 28 de marzo de 1982 el volcán arrojó material piroclástico en un área de 37 mil kilómetros cuadrados y a una altura de 17 kilómetros, devastando vegetación, campos de cultivo y 14 poblados en los municipios de Francisco León y Chapultenango. El volcán realizó tres fases eruptivas hasta el 4 de abril de 1982. El gobierno de Chiapas, asesorado por el geólogo Federico Mooser, contribuye en dos acciones: se giran instrucciones para no sacar de inmediato a la población, en su mayoría indígenas zoques, bajo el argumento de Mooser, que sostenía que ya no habría más erupciones y se otorgan facilidades para que los caciques regionales rescaten su ganado en peligro
en los pastos cubiertos de cenizas y así proteger los créditos bancarios. Las cifran hablan de 2 mil muertos y 22 mil 351 personas desalojadas de siete municipios, unas 15 mil fueron albergadas en 37 sedes distribuidas en Villahermosa, Cárdenas y Huimanguillo en Tabasco y Pichucalco, Ixtacomitán, Bochil y Tuxtla Gutiérrez, en Chiapas. Por su parte, el censo del Instituto de Geografía de la UNAM reveló que las familias afectadas ascendían a 9 mil 451. El Estado y sus instituciones no estaban preparados para albergar a los afectadados y habilitar escuelas e iglesias para ello. Las condiciones de hacinamiento e insalubridad, así como el férreo control que el Ejército desplegaba sobre los albergados, hacían que la estancia se complicara cada día.
A tres meses de las erupciones, el Estado y sus asesores técnicos pusieron en operación una política de reubicación que fue conocida como reacomodo zoque
. Para tal fin se puso en marcha el Programa de Reconstrucción del volcán Chichonal, que planteaba otorgar apoyos emergentes, viviendas y tierras inhóspitas a los afectados. Bajo esta premisa de reacomodo
se crearon en Chiapas 14 asentamientos en los municipios de Rayón, Ixtacomitán, Chiapa de Corzo, Tecpatán, Ocosingo, Acala, Estación Juárez y Ostuacán.
Ahora, a 37 años de las erupciones, el músico Federico Álvarez del Toro en conjunto con la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach) intentó realizar un concierto el 24 de marzo en el cráter del volcán. En tanto, la vulcanóloga Silvia Ramos Hernández, directora del Instituto de Investigación en Gestión de Riesgos y Cambio Climático de la Unicach viene articulando un proyecto que busca crear un geoparque en el volcán para generar energía geotérmica de la montaña sagrada; ninguno fue consultado con el pueblo zoque, lo cual generó desconfianza entre los pobladores de Chapultenango, quienes impidieron el concierto, pero el proyecto extractivo del geoparque sigue en pie.
Hoy los científicos al servicio del Estado siguen formulando opiniones técnicas en detrimento de los pueblos y bajo el discurso de desarrollo legitiman el despojo, depredan la tierra y pretenden hacernos creer que podemos dominarla y transformarla. De ahí se entiende como los zoques preguntamos ¿Qué responsabilidad tienen el Estado, sus instituciones y los científicos que los asesoraron, en la baja demográfica de 2 mil zoques tras las erupciones de 1982 al impedir la salida de la población durante los primeros días? ¿Qué papel desarrollan los científicos en los proyectos extractivos en el norte de Chiapas que traen despojo y muerte? Ante la tormenta que crece, la lucha colectiva por defender a Nasakobajk sigue presente. Se hace necesario visibilizar otras formas de pensamiento que están ancladas en tradiciones civilizatorias más allá de occidente y donde la madre tierra tiene un papel principal. Mirar hacia adentro. Descolonizarse.
*Zoque de Chapultenango, Chiapas. Historiador y antropólogo. Miembro del Centro de Lengua y Cultura Zoque.