Matamoros, Tamps., Unos 700 migrantes cubanos, nicaragüenses, salvadoreños y brasileños permanecen hacinados en el Puente Nuevo de esta localidad y en las márgenes del río Bravo en espera que Estados Unidos apruebe sus solicitudes de asilo político. A falta de infraestructura, duermen en banquetas y pasillos del cruce internacional mientras esperan su turno para que un oficial de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadunidense procese su solicitud. En un principio eran grupos aislados y pequeños que lograban acomodo y ahora formaron un campamento donde cientos de adultos y niños sufren hambre, inseguridad y viven en condiciones insalubres, ya que el Instituto Nacional de Migración no cubre sus necesidades elementales. Lourdes Santos, quien llegó de Guatemala con su hija Yamileth, lamentó el abandono: Ni el baño nos prestan, por eso venimos al monte, pusimos esos trapos atravesados en los árboles para bañarnos porque yo no me puedo meter al río con la niña, como lo hacen los hombres; tenemos un mes y medio aquí y no sabemos cuánto nos pueda faltar. Esas circunstancias representan un riesgo para la salud pública, incluso hay indicios de un brote de cólera, principalmente entre los niños, dijo Graciela Ibarra, directora de Salud municipal.