l gustado juego Atínele al PIB sigue su curso y ayer el Banco Mundial (BM) se sumó a los entusiastas participantes. Ya entrados en gastos, los clarividentes del organismo financiero multilateral (así se presume, aunque de multi no tiene nada, porque es dominado por los gringos) se animaron a recortar –por segunda vez en el presente año– su estimación sobre el crecimiento económico mexicano para llevarla de 2 a 1.7 por ciento.

De acuerdo con sus cálculos, la tendencia se mantiene a la baja, principalmente por las preocupaciones de los mercados por las señales un tanto contradictorias respecto del curso futuro de la política económica; las señales de la nueva administración (la de AMLO) han sido mixtas, y sólo el tiempo dirá qué orientación prevalecerá; mientras tanto, es probable que la incertidumbre relacionada con la política económica obligue al Banco de México a mantener una política monetaria restrictiva, lo que perjudicará el crecimiento ( La Jornada, Dora Villanueva).

Para el organismo financiero, la incertidumbre relacionada con la política económica del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha llevado al Banco de México (BdeM) a mantener una tasa de interés de referencia elevada, lo que perjudicará el crecimiento; el país comienza el año con un crecimiento modesto, pero estable. Sin embargo, la tasa de política monetaria, fijada por el BdeM, actualmente en 8.25 por ciento, sigue estando entre las más altas de las economías de la región, lo cual refleja la necesidad del banco central de defender el peso, dadas las señales contradictorias de la administración actual respecto del futuro de las políticas económicas.

Ya en enero pasado el BM ajustó su proyección económica para México en el emocionante juego de las cifras: la redujo de 2.5 a 2 por ciento, pero a su entender se quedó corta y ahora la reubica en 1.7, con ganas de que la tijera vuelva a ser utilizada. Lo mismo hizo en el caso de su estimación para 2020: de 2.4 en el primer mes del año a 2 por ciento en abril.

En la oficina presidencial se aferran a 2 por ciento de crecimiento en el presente año y a 3 por ciento en 2020, por mucho que la Secretaría de Hacienda no coincida –o al revés– con el entusiasmo de la primera. Lo cierto es que, en la kermés de las cifras, el número de participantes crece a paso veloz.

El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, de la Cámara de Diputados, tuvo la cortesía de anotar el número de participantes en Atínele al PIB. Hasta ahora suman nueve: Presidencia de la República, Secretaría de Hacienda, BdeM, Fondo Monetario Internacional, BM, Cepal, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional y extranjero permanentemente consultados por el BdeM, y el propio centro de estudios que se cita.

El único punto de coincidencia de los atinadores profesionales –salvo en el caso de la Presidencia de la República– es que en 2019 el producto interno bruto mexicano no crecerá más allá de 1.7 por ciento (la cota más elevada, según cálculos del BM), aunque el descenso topará en 1.1 por ciento (de acuerdo con las bolas de cristal de la Secretaría de Hacienda y del BdeM). Los demás se mueven entre esas dos cifras.

En cualquiera de los casos –si es que alguno de los participantes finalmente le atina al PIB–, las proyecciones no son alentadoras, pues proporciones como las estimadas por los nueve jugadores no alcanzan para absolutamente nada, aunque sí revelan que la economía nacional se mantiene anclada al sótano. Eso sí, la feria de cifras patentiza que en el jaloneo lo único que pelean son migajas de crecimiento.

Las rebanadas del pastel

Premio a la productividad para el sistema financiero que opera en México: tres décadas atrás (información del Departamento estadunidense de Justicia) lavaba 30 mil millones de dólares anuales; ahora (Santiago Nieto, jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda) limpia cerca de 50 mil millones.

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