El dolor por los hijos muertos en Chile
n taxista cualquiera en una calle cualquiera de Santiago previene sobre la noche del 29 de marzo: Habrá violencia. Cada año es lo mismo. No salga
. Es el Día del Joven Combatiente y un día antes en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile se presentan Luisa y Manuel con sus 80 años a cuestas y sus tres hijos asesinados durante la dictadura, dos de ellos, Rafael y Eduardo, un día como hoy de 1985. Pablo, el tercero, cayó en los años siguientes dinamitado. Ana, la menor de los hijos y la única mujer, sobrevivió, pero hoy su hija está presa.
Rafael y Eduardo, de 18 y 20 años de edad, cayeron en la Villa Francia, en Estación Central, población marginal y combativa de la periferia de Santiago, donde los jóvenes protegían a la población para evitar que entrara la policía del dictador. El relato de sus padres interpela a la juventud de ahora. Por su muerte se conmemora el Día del Joven Combatiente. Se trata, dicen, de recuperar la memoria en sentido contrario a la historia oficial, desde las poblaciones. Ése es el espíritu. Salen a las calles, cortan la circulación, ponen en la mesa sus actuales reivindicaciones. Y espantan a una sociedad que los niega. Por eso el comentario del taxista.
Doña Luisa habla con los jóvenes como si estuviera frente a sus hijos. Los conmina a rebelarse, a dejar el teléfono celular que los aleja de la realidad, a ensuciarse los pies en el campo, a reivindicar en la calle sus derechos. Manuel se dice viejo, pero tiene la energía de cualquiera de su joven público, a quien invita a no confiar en los políticos, a organizarse desde abajo, a resistir a las mañas del capitalismo que los hace actuar individualmente y olvidarse del colectivo.
Una vida de lucha en dictadura que se extiende a la actualidad. Luisa y Manuel cargan más de 30 años de dolor a cuestas, pero no paran. Se organizan con los pobladores de Villa Francia y actualmente buscan películas para pasar en el nuevo ciclo de cine que organizan. La austeridad de su vida, la ética y la congruencia son las enseñanzas para quienes año con año los acompañan.