Lunes 25 de marzo de 2019, p. 23
Después de todos los encabezados sobre la supuesta derrota del Isis (también conocido como Estado Islámico, EI), cualquiera que no crea una palabra de ello puede parecer un aguafiestas. Pero, siempre que leo que se ha declarado esa victoria –sea la misión cumplida
de Bush o esa fantasía de que el último bastión del Isis está a punto de caer
–, contengo el aliento. Porque uno puede apostar con seguridad a que no es cierto.
Y no es sólo porque los combates en torno a Baghouz continúan fuera de esa población en ruinas, sino porque quedan un montón de combatientes del Isis en armas y prestos a luchar en la provincia siria de Idlib, junto con sus camaradas de Hayat Tahrir al Sham, Al Nusra y Al Qaeda, casi rodeados por las tropas del gobierno sirio, pero con un estrecho corredor por el que podrían escapar hacia Turquía, siempre suponiendo que el sultán Erdogan los deje. Hay puestos militares rusos dentro de las líneas frontales islamitas, junto con fuerzas turcas, pero el cese tentativo del fuego que se sostuvo durante cinco meses se volvió mucho más endeble en las semanas pasadas.
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