Diputados incendiarios
asta cierto punto, es comprensible la fogosidad, la vehemencia y el ímpetu de quienes resultaron elegidos representantes populares el pasado primero de julio, sobre todo los postulados por Morena, partido que obtuvo mayoría absoluta en las dos cámaras que constituyen el Poder Legislativo federal de México.
No es para menos. En amplias capas de la población había y persiste un sentido de urgencia extrema, de viva expectación, ante el rumbo que ha tomado el país de manera tan abrupta desde que el gobierno de Miguel de la Madrid decidió abrir las puertas al neoliberalismo y todos sus costos sociales.
En pocos meses los mexicanos y los observadores extranjeros han sido testigos de propuestas a cual más descabelladas, que para fortuna de todos no han llegado a materializarse, no obstante lo cual han cimbrado la economía y el sistema financiero.
Es el caso de aquella de apretar los controles sobre las firmas que califican el desempeño económico del gobierno y de México –que en fechas recientes elevó el dólar a 19.95 pesos–. Otro caso es el de poner límite unilateral a las comisiones bancarias, que llevó a las acciones de los bancos a caer en la Bolsa de Valores.
El pasado lunes, el diputado federal morenista de Guerrero, Rubén Cayetano García, reveló en entrevista su iniciativa de reforma para posibilitar la incursión en embajadas y consulados en territorio mexicano para buscar a desaparecidos, porque, argumenta, la búsqueda debe salir de las bases de datos e ir al campo.
Se trata de un despropósito y se nota que quien lo propuso no tiene la menor idea de lo que es el entramado de leyes y tratados que regulan las relaciones internacionales para la coexistencia pacífica, que nuestro país ha signado con el resto del mundo.
Es necesario que los representantes populares atemperen sus ánimos, pues, como ha quedado probado, no hay entre el pueblo y el mercado tanta distancia como ellos calculan.