Sábado 16 de marzo de 2019, p. 6
Los servicios de espionaje de las extintas direcciones Federal de Seguridad (DFS) y de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS) vigilaron de manera intensiva durante varios años al escritor y periodista Carlos Monsiváis, así como a otros artistas e intelectuales, cuyas actividades fueron documentadas con profusión por ambas corporaciones.
En expedientes resguardados por el Archivo General de la Nación se puede constatar que Monsiváis y muchos de sus amigos y compañeros fueron blanco de seguimiento en actos públicos, además de que se tenía documentado en qué movimientos sociales y proyectos editoriales participaban, así como sus viajes dentro y fuera del país.
A lo largo de más de 300 fojas, los archivos dedicados a Monsiváis reseñan buena parte de las actividades que realizó de 1960 a 1985, año en que desapareció la DFS para dar lugar al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Algunos de los expedientes relacionados con el escritor –firmados por Manuel Rangel Escamilla, José Jiménez García, Luis de la Barreda Moreno y Fernando Gutiérrez Barrios, entre otros directivos de la DFS– dan cuenta de sus reuniones con grupos universitarios de izquierda
, en las que se manifestaba solidaridad con movimientos revolucionarios de diversos países latinoamericanos.
Además de consignar la presencia de Monsiváis, los enviados de los gobiernos priístas también apuntaban la de otros artistas e intelectuales, entre ellos Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Emilio García Riera, Emmanuel Carballo y Juan Vicente Melo, a quienes acusaban de participar en actos donde se rendía pleitesía a la Revolución Cubana y a Fidel Castro
.
Los espías de la DFS ponían especial atención en los momentos en que, a su juicio, los artistas hacían mofa y atacaban a los regímenes de nuestro país
, a los que criticaban por ser afines a los intereses de Estados Unidos, la Iglesia y los grupos conservadores
.
Acompañando sus reportes de algunas fotografías de Monsiváis, los informantes también reseñaban sus apuntes sobre temas culturales, como la situación del cine y la literatura mexicanas en ese momento, además de la buena recepción que tenían entre los asistentes a sus charlas.
Los expedientes sobre el autor de Días de guardar y Escenas de pudor y liviandad incluyen registros de los vuelos que tomaba, en qué tipo de avión y con qué acompañantes, en particular los viajes que hacía desde y hacia La Habana.