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Castellio, precursor de la tolerancia y libertad
F

ue a contracorriente de las ideas predominantes en su tiempo. Sebastián Castellio (1515-1563) se distinguió por argumentar en favor de la tolerancia religiosa y la libertad de pensamiento. Esto en un contexto de enconadas controversias confesionales entre las varias tendencias de la Reforma protestante y el catolicismo romano, pero también dentro del protestantismo.

La obra más polémica de Sebastián Castellio tardó cuatro siglos y medio en ser traducida al español. Terminada de redactar en latín en junio de 1554, circuló en copias manuscritas porque la obra no pudo ser impresa debido a falta de quien se atreviese a publicarla. Era una respuesta al escrito en el que Juan Calvino justificaba la pena de muerte en la hoguera impuesta a Miguel Servet en Ginebra, el 27 de octubre de 1553: Defensa de la fe ortodoxa sobre la sagrada Trinidad contra los prodigiosos errores del español Miguel Servet, que se publicó en febrero de 1554.

En 2009 el Instituto de Estudios Sijenenses Miguel Servet (Iesms) editó el volumen de Sebastián Castellio titulado Contra el libelo de Calvino. La versión española llegó siglos después de las traducciones a otras lenguas europeas. La primera impresión de la obra, traducida al holandés, fue realizada en Ámsterdam, en 1612, es decir, a casi seis décadas que la prohijó su autor.

El director del Iesms, Sergio Baches Opi, hizo una documentada introducción al volumen, ofrece datos acerca del autor y el contexto histórico social. Castellio nació en 1515 en Saint-Martin-du-Fresne, actualmente es parte integrante del departamento del Ain, se sitúa entre Lyon y Ginebra, a 70 kilómetros de ésta última. De 1535 a 1540 estudió latín, griego y tal vez hebreo en el Colegio de la Trinidad, en Lyon.

La influencia de la Reforma protestante llegó a Lyon, Sebastián, entonces de 25 años, fue atraído por las nuevas ideas. “Tras haber leído las Instituciones de la religión cristiana de Juan Calvino” viajó a Estrasburgo para conocer al autor que vivía en tal ciudad. Por unos días Castellio vivió en casa de Calvino. También conoció a Guillermo Farel, reformador y hombre de todas las confianzas de Calvino.

Al retornar Calvino y Farel a Ginebra, en 1541, Castellio les acompañó. Por distintas razones personales y teológicas, Castellio fue tomando distancia de Juan Calvino y sus acciones para reformar Ginebra religiosa y socialmente. Por ejemplo, en cuanto a hermenéutica bíblica, anota Baches Opi, a diferencia de Calvino, Castellio no aceptaba que el Cantar de los cantares, atribuido a Salomón, fuese un texto interpretable como una alegoría del amor de Cristo por la Iglesia, sino que lo consideraba un poema de amor referido al ser humano y, por tanto, profano. Para Castellio, sin embargo, el Cantar de Salomón constituía parte del canon y por consiguiente no cabía negar su carácter sagrado.

Al no poder ejercer como pastor en Ginebra, por la negativa de las autoridades, Castellio sale de la ciudad en el verano de 1544. Tras intentos en otros lugares, finalmente Sebastián se establece en Basilea y logra emplearse como corrector de pruebas en la imprenta de Oporino. Avezado en varios idiomas, en 1551 publica su traducción latina de la Biblia y en 1555 la francesa.

La cruel ejecución del médico y teólogo Miguel Servet conmovió profundamente a Castellio. En Contra el libelo de Calvino su autor no aceptaba como vinculantes para los cristianos pasajes del Antiguo Testamento en los cuales se prescribía la pena de muerte por distintas acciones. Para Castellio la ética normativa era la del Nuevo Testamento: ¿Pero quién en su sano juicio le concederá que la Ley permanece bajo el reinado de Cristo? ¿Quién puede tolerar que se le arrebate a Cristo para regresar con Calvino junto a Moisés? Quédese Calvino con los discípulos de Moisés, junto con sus judíos. Ya vino a nosotros el Mesías, nuestro Legislador, cuya Ley queremos obedecer. Él abogaba por la persuasión, el convencimiento de una persona por aceptar voluntariamente una creencia y fue abierto opositor a la imposición.

Para Castellio la existencia de distintos grupos confesionales hacía necesaria la tolerancia. Ya que cada uno consideraba tener la interpretación bíblica verdadera, entonces la única postura cristiana era escuchar y argumentar y tratar de llegar a acuerdos. De no hacerlo, respetar los disensos, pero sin recurrir a la espada para eliminar al adversario. De otra manera la cuestión no quedaba dirimida mediante el examen de las Escrituras, sino en favor de qué bando tenía poder para someter a sus opositores.

Como escribió Stefan Zweig: Incluso como vencidos, los derrotados, los que con sus ideales intemporales se adelantaron a su época, cumplieron con su misión, pues una idea está viva en la tierra con sólo ganar testigos y adeptos que vivan y mueran por ella. Desde el punto de vista del espíritu, las palabras victoria y derrota adquieren un significado distinto.