Martes 19 de febrero de 2019, p. 32
Madrid. Cocinar, limpiar y otras actividades domésticas de rutina generan una significativa cantidad de químicos volátiles dentro del hogar, lo que deteriora la calidad del aire interior al nivel de una ciudad muy contaminada, según investigadores de la Universidad de Colorado Boulder, en Esta-dos Unidos.
Los productos químicos en el aire que se originan dentro de una casa no permanecen allí: los compuestos orgánicos volátiles (COV) de productos como el champú, el perfume y las soluciones de limpieza se escapan al exterior y contribuyen a la formación de partículas finas y ozono, lo que constituye una fuente aún mayor de contaminación atmosférica global del aire que los automóviles y camiones.
La relación antes inexplorada entre hogares y la calidad del aire centra el debate de la Reunión Anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés) que se celebra en Washington, Estados Unidos, donde investigadores del Instituto Cooperativo para la Investigación en Ciencias Ambientales y el Departamento de Ingeniería Mecánica, ambos de la Universidad de Colorado, presentaron sus hallazgos.
En 2018, Marina Vance codirigió la campaña HOMEChem, que usó sensores y cámaras para registrar la calidad del aire interior de una casa fabricada de 111 metros en el campus de la Universidad de Texas, en Austin. En el transcurso de un mes, Vance y sus colegas llevaron a cabo actividades caseras, incluida la preparación de una cena de Acción de Gracias.
Los resultados del experimento aún están pendientes, pero Vance apunta que es evidente que las casas necesitan estar bien ventiladas mientras se cocina y se limpia, porque incluso tareas básicas como hervir agua sobre un fuego pueden contribuir a altos niveles de contaminantes del aire gaseosos y partículas en suspensión, con impactos negativos en la salud.
Para sorpresa del equipo, las concentraciones en interiores medidas fueron lo suficientemente altas como para que sus instrumentos sensibles debieran recalibrarse casi de inmediato.
El año pasado, el profesor Joost de Gouw y sus colegas publicaron resultados parciales en la revista Science, mostrando que las regulaciones sobre automóviles habían reducido las emisiones derivadas del transporte en las décadas recientes, mientras la importancia relativa de los contaminantes químicos de los hogares sólo había aumentado.