Aspirantes
entro de mes y medio, Ucrania, la segunda república eslava más grande de la antigua Unión Soviética en términos de población y territorio, deberá elegir al presidente que sustituya a Petro Poroshenko, a menos que éste logré repetir en el cargo, posibilidad que al día de hoy no es clara.
La autoridad en materia electoral acaba de publicar la lista definitiva de quienes aparecerán en las boletas: 44 candidatos. A juzgar por las encuestas de intención de voto más recientes, sólo cuatro tienen posibilidades reales de pasar a un casi seguro balotaje, ya que sólo el inesperado puntero, el cómico Vladimir Zelensky, vinculado al magnate Igor Kolomoisky, alcanza apenas 23 por ciento.
La mayoría de comparsas de este circo de la política –se presentaron 93 solicitudes de registro, de las cuales 49 fueron declinadas por incumplir los requisitos– buscan la autopromoción de cara a las legislativas del siguiente otoño y/o dispersar el voto para forzar una segunda vuelta.
Junto con los ya mencionados Zelensky y Poroshenko, entre los aspirantes mejor situados figuran Yulia Timoshenko, ex primer ministra y líder de una coalición opositora, y Yuri Boiko, diputado de la Rada que representa a las regiones del este, afines por origen, idioma y religión ortodoxa a Rusia.
Temas nodales de las campañas son sus propuestas para recuperar Crimea, resolver el conflicto armado del este, situar Ucrania en el mapa político europeo y salir de la crisis económica, entre otros.
De los cuatro, en apretada síntesis, sólo Boiko renuncia a Crimea y quiere negociar directamente con Rusia un arreglo en el este a partir de ofrecer garantías de neutralidad de Ucrania –la principal el compromiso vinculante de no ingresar a la OTAN– y de formalizar una confederación que tome en cuenta los intereses de todos los habitantes del país.
Zelensky, Timoshenko y Poroshenko prometen un imposible (que Crimea volverá a ser parte de Ucrania) y ofrecen normalizar
la situación en el este mediante métodos diplomáticos y políticos, difieren en cuanto a qué hacer con los pactos de Minsk, apuestan por una mayor integración con la Unión Europea y no desisten de la idea de entrar en la OTAN.
Todo indica que, al margen de quién sea el próximo presidente, Ucrania seguirá atrapada en la actual telaraña de problemas sin solución.