i bien un número importante de maestros se presentaron a las evaluaciones impuestas por el gobierno anterior como parte de la llamada reforma educativa
, es claro que la mayor parte las rechazó por diversas razones, incluyendo su utilización como un mecanismo perverso que buscaba hacer responsables a los maestros de una supuesta crisis educativa, ignorando sus esfuerzos anteriores por mejorar los niveles de desempeño, reflejados en los resultados de las pruebas Enlace, aplicadas a los estudiantes de primaria, secundaria y bachillerato. Es cierto también que el magisterio en su conjunto rechazaba en sus inicios la aplicación de las pruebas Enlace a los estudiantes, seguramente al no entender cuál era su objetivo y seguramente pensando que ellas estaban orientadas a hacerles responsables de los malos resultados que ellas mostraran, cuando en realidad lo que mostraron, fueron el escaso interés de varios gobiernos estatales por la educación, así como los errores pedagógicos de los programas de estudio y materiales educativos elaborados por la SEP.
Así por ejemplo, mientras en matemáticas, donde se observaban los niveles de desempeño más bajo de acuerdo con Enlace 2009, el avance mostrado entre 2009 y 2012 fue significativo, en el caso de lenguaje no mostraron avance alguno, indicando con ello la ausencia de métodos y materiales educativos que debieron ser elaborados por la SEP y entregados a los maestros. Cuando el primer secretario de Educación del gobierno de Peña Nieto, Emilio Chuayffet se percató que las pruebas Enlace terminarían mostrando que los problemas educativos eran ante todo debidos a los errores, fallas y actos de corrupción gubernamental, lo único que se le ocurrió fue decir que las pruebas Enlace estaban plagadas de errores, anunciando su próxima sustitución por otras mejores, a las que posteriormente se les dio el nombre de evaluaciones Planea, mismas que terminaron siendo una réplica de Enlace (al parecer el INEE, no obstante sus altos presupuestos anuales, se dedicó exclusivamente a maquillarlos), dejando abierto el camino para las evaluaciones a los maestros, con objeto de hacer recaer en ellos la responsabilidad de un desastre educativo que en la realidad no era tal.
El resultado de esa reforma conocida y recordada por sus evaluaciones punitivas y el trato indigno a los maestros, como si se tratara de delincuentes o criminales, tuvo como resultado inevitable un retroceso de nueve años en matemáticas y de más de 10 en comprensión de lenguaje de acuerdo con la prueba Planea de 2018, como consecuencia directa del tiempo que los maestros requerían para prepararse para tales pruebas descuidando su trabajo docente, (los resultados de esa prueba correspondiente a 2019, no han sido publicados y quizás nunca se conozcan, bien sea por qué no fueron procesados, o bien porque fueron destruidos por órdenes del anterior secretario de Educación, Otto Granados, para ocultar el desastre final de seis años tirados a la basura). Reconociendo en la educación obligatoria uno de los pilares fundamentales del desarrollo futuro de la nación, es necesario que quienes formamos la sociedad mexicana en su conjunto, pongamos todo nuestro esfuerzo por recuperar los años perdidos y de manera especial apoyando a nuestros maestros, reconociendo el importante papel que ellos han tenido en la formación de las nuevas generaciones de jóvenes que año con año terminan sus estudios. De igual manera, considero importante llamar a cuentas a quienes de alguna manera son causantes directos del desastre que hoy se vive en la educación, comenzando por los niveles más altos del gobierno anterior: el ex presidente Peña Nieto, sus tres secretarios de Educación así como los principales asesores de éstos.
Sin lugar a duda contamos con hombres y mujeres capaces de diseñar y poner en marcha un programa que nos permita recuperar el tiempo perdido, sabiendo que por su parte, quienes tienen hoy la responsabilidad de dirigir los esfuerzos educativos nacionales, cuentan con la preparación y experiencia necesaria, así como con el apoyo y la confianza de la mayor parte de la sociedad mexicana para enfrentar este desafío; en lo personal considero que un desagravio público a los maestros por el trato denigrante de que fueron objeto en el sexenio anterior, tendría un efecto importante y positivo no sólo en lo maestros, sino también en toda la sociedad en su conjunto, en virtud de la mala e injusta imagen que se generó de ellos ante la opinión pública, a partir de los señalamientos negativos de que fueron objeto, por parte de Televisa y de otros medios de comunicación afines a esos intereses, si bien es necesario aceptar que para algunos maestros pareciera que sus derechos laborales están por arriba de su compromiso educativo y de los propios derechos de los niños a recibir la educación que de alguna manera definirá su futuro.
Como todo proceso social realizado por el Estado, la educación debe ser evaluada para asegurar sus avances y corregir sus fallas, no con fines punitivos, ni de manera individual, sino colectiva, para determinar lo que se debe corregir, así como las regiones geográficas donde las fallas son más pronunciadas, lo que debe permitir la identificación de sus causas y su corrección inmediata. En este sentido, las pruebas Enlace aun con defectos mostraron ya su capacidad para identificar los problemas genéricos de la educación, por lo que a falta de instrumentos mejores, ellas deben ser utilizadas nuevamente y ser sujetas a su propia revisión para construir instrumentos mejores, tarea que debió ser realizada por el INEE, cuyo papel resulto también cuestionable en cuanto a sus trabajo y su función misma.
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