Domingo 27 de enero de 2019, p. 15
La tortura es una táctica para destruir a una persona y arrebatarle su equilibrio, físico, sicológico y social, aseguró Laurent Subilia, reconocido internacionalmente por su especialización en el tratamiento de víctimas de violencia extrema.
El experto suizo aseveró que para atender a estas víctimas se debe trabajar en la reconstrucción de su personalidad en tres ejes: sicosocial, sicológico y social. Hay que restructurar su dignidad, su humanidad. Ese debe ser el objetivo
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En charla con reporteros, realizada hace unas semanas en la sede de la Organización Mundial contra la Tortura, en Ginebra, Suiza, Subilia detalló la forma en que los actos de tortura afectan a los individuos.
Una de las primeras secuelas, subrayó, es la pérdida de confianza. Quienes han sobrevivido al abuso se muestran temerosos, sufren paranoia y tienen sentimientos de no pertenencia en sus relaciones sociales. De ahí que los expertos lo primero que deben hacer es restructurar la confianza en ellos mismos y en los demás, pues si los mecanismos de reparación fallan, "sufrirán desórdenes".
La humillación y la vergüenza son emociones incluso más dolorosas que los tormentos físicos, aseveró. Y es que hay decenas de formas de torturar a alguien con el objetivo de atentar contra la dignidad humana. Los mecanismos son tan diversos que en muchas ocasiones las secuelas físicas y sicológicas se prolongan por años.
“No es un temor a la muerte, es como sentirse muerto. Y cuando uno vuelve de la ‘muerte’, volver a vivir es difícil”. Esa es una conclusión a la que ha llegado tras su largo trabajo, de más de dos décadas, atendiendo a martirizados.
Tormentos emocionales
El experto en heridas emocionales ha tratado a quienes han vivido tormentos en Rusia, Bosnia, Chile, en países árabes y musulmanes, también a víctimas de dictaduras de Sudamérica y de las guerras en Medio Oriente. Sus estudios han servido como base para varios reportes sobre la clasificación internacional de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud.
Quienes han sufrido estos terribles abusos, sostuvo, son evasivos, evitan las emociones, reaccionan con miedo o hasta violencia ante cualquier estímulo que puede causarles dolor. Tienen dificultades para concentrarse, presentan alteraciones en su capacidad de atención, se les complica establecer vínculos sociales y es común que se aíslen.
El objetivo es destruirlos. Se altera su personalidad, se les invalida como personas y todo ello genera una terrible alteración en el comportamiento de las personas. Es estar muerto en vida
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