Carlos Velázquez: el rockstar negro de la literatura blanca (2ª parte)
n la primera parte de esta entrevista al escritor coahuilense Carlos Velázquez (https://bit.ly/2FjbtIf), célebre por la exaltación que hace de los estados alterados en sus crónicas y ficciones, pero sencillo, nada afectado por la popularidad que ha alcanzado gracias a su prolífica y llamativa literatura, entre droguetas, oscura y humorosa, habló de su iniciación sin retorno en la escritura, y de cómo el rock ha definido su relación no sólo con la vida sino con su obra.
Hoy sigue hablando desde la música. ¿Sus relatos son canciones punk, metal, progresivas? Dice: “Lo que más oigo es rock clásico, stoner rock, punk, grunge. Progresivo y jazz, poco; hay mucha masturbación en esos géneros. Pero la progresión está en todo: una rola de Nirvana es pura progresión, empieza en un punto que va creciendo y llega a uno más alto. Lo que escribo tiene más que ver con eso. La música influye mucho en mí. Hace poco tuve un bajón y sólo la música me ayudó a salir; me va dando luz para saber qué hacer. Ahora vivo un re-enamoramiento con los argentinos Patricio Rey y el Indio Solari: éste, un cabrón fuera de serie, muy inteligente; su vida y obra me ayudan a descifrar qué me pasa. De más joven, los Ramones fueron decisivos; cuando me sentí muy inseguro, pensé: ellos esnifaron pegamento y aun así se volvieron una de las grandes bandas de la historia. Entonces no importa que estés en el hoyo, sino tener claro qué quieres hacer; o sea, no importa lo que te metas, si logras salirte con la tuya. Otros que me han ayudado a salir son The Who y Wilco; en la prepa, Smashing Pumpkins y Nirvana: éstos sobre todo. También Flaming Lips, Sonic Youth, y por supuesto Bob Dylan”.
Cuando uno lee a Velázquez, se le imagina como protagonista de mucho de lo que escribe. ¿Qué tanto es así? Carlos: “Cuando hago ficción no hay nada mío. Sé que Gustave Flaubert decía que el sustrato autobiográfico era imposible de suprimir, pero puedo decir que mis ficciones salen de mi cabeza. En mis crónicas sí hablo de mí, y es ahí donde he podido explayarme de otra forma: me ha ido bien con El Pericazo Sarniento, El karma de vivir al norte (Sexto Piso, 2013); con mis crónicas sobre conciertos, mis crónicas urbanas... Pronto quiero escribir una crónica sobre brujería; lo sobrenatural está cobrando fuerza en mi obra (como ocurre en el escalofriante relato El resucitador de caballos, dentro de La Efeba Salvaje). Y es que como escritor te cansas de hablar de lo mismo, te encasillas”.
– ¿Te molesta que te encasillen como el “escritor rockero-drogadicto que habla de meterse coca”?
No. Creo que justo esa manera de ejercer la escritura ha creado gran interés. De otra forma, quizá no me publicarían. Y no puedo quejarme: todos mis libros han tenido buena estrella. La Biblia Vaquera es para muchos el mejor; para otros, La Marrana Negra de la Literatura Rosa; otros adoran El Pericazo... También me dicen que en La Efeba... es donde mejor me desenvuelvo como narrador, y además abordo temas que antes no. Creo que mi obra es vista como una sola pieza, pero no ha sido deliberado. Todos mis libros se han ido acompañando, ninguno se ha rezagado. No sé cómo fue. Sólo puedo atribuirlo a la generosidad de mis lectores.
–Para tus detractores, eres un escritor light. ¿Qué opinas?
“En el medio literario han hablado tanto bien como mal de mi obra, pero no importa, las divergencias son comprensibles. Pero la verdad no me entero de ese feedback negativo. Me llega más el positivo. Como dije, tengo muchos lectores, y son los que me hacen sentir que estoy haciendo bien las cosas.”
Como escritor, dice aspirar a dejar una obra sólida que responda a su tiempo y entorno, que tienda puentes con otras tradiciones: “Escribir muchos cuentos, libros chonchos de mil páginas, como hizo John Cheever; cuando los veía pensaba: quiero dejar algo así. También me interesa la transculturización, quizá por ser fronterizo. Estados Unidos nos ha dado el rock, a John Coltrane. No puedo sustraerme de su cultura y es algo que adopté con toda conciencia. Aun así, por ejemplo en La Biblia Vaquera, norteñizar la realidad fue una de mis premisas porque, ¿en qué consiste el acto de forrar el libro sagrado con mezclilla? En la reapropiación: parte fundamental de la visión del norte.”
–¿Autores determinantes?
Hunter S. Thompson y Sergio González Rodríguez en crónica. Jack Kerouac: quizá hoy un cliché, pero lo leí desde muy joven. Rodolfo Fogwill, crucial en mi vida. De mi generación, Yuri Herrera y Antonio Ortuño: como cuentistas me parecen geniales; mientras sigan escribiendo, la literatura mexicana seguirá gozando de buena salud
(conciertos: www.patipenaloza.blogspot.mx).
Twitter: patipenaloza