Los Angeles. Atrapados en sus vehículos, calcinados por las llamas, los bomberos hallaron ayer a las primeras nueve víctimas de un feroz incendio forestal que arrasó a la ciudad en el norte de California llamada Paradise, aunque en realidad era un infierno.

Apenas un día después de haber empezado, el incendio se extendió a 362 kilómetros cuadrados y ha consumido más de 6 mil 700 inmuebles, todos ellos viviendas, de acuerdo con reportes de las autoridades locales.

La destrucción era descomunal: casas envueltas en llamas, otras hechas cenizas y autos calcinados. Toda la parte inferior de Paradise está totalmente envuelta en llamas. No quedará ni una sola casa en pie, relató Kevin Winstead, residente de el poblado cercano de Magalia, a la televisión local KIEM TV.

Mark Ghilarducci, director de la oficina de emergencia del gobierno del estado, dijo que unas 52 mil personas fueron evacuadas en esa área, donde se esperan fuertes vientos y poca humedad para los próximos días, una mala noticia para los más de 2 mil bomberos que combaten las llamas.

En Camp, donde apenas se ha extinguido 5 por ciento del fuego, han quedado destruidas 2 mil estructuras y 15 mil están en riesgo.

Un equipo investiga la posibilidad de que haya más víctimas mortales.