La gran ola azul
no apareció
Florida, sin sorpresas, gana Ron DeSantis, soldado
leal a Trump
Miércoles 7 de noviembre de 2018, p. 27
Nueva York. Lo que parece ser una ola de votación sin precedente en una elección intermedia resultó en una derrota parcial del régimen de Donald Trump: los demócratas conquistaron la Cámara de Representantes, mientras los republicanos mantendrán el control del Senado.
Pero no apareció la gran ola azul
demócrata que muchos esperaban y deseaban, y a pesar de que ganaron la Cámara baja, esta elección no registró el repudio abrumador hacia Trump y su agenda que muchos opositores deseaban. Tan fue así que los republicanos estaban por ampliar su mayoría en el Senado.
Sin embargo, para la masiva coalición de mujeres, jóvenes y minorías que se han movilizado durante estos dos años en repudio a Trump y su agenda, fue un triunfo urgente y para no pocos, el inicio del rescate del país de una amenaza calificada de neofascista y marcada por la violencia ultraderechista.
Para los republicanos, retener el Senado y derrotar candidaturas de muy alto perfil como la del demócrata Beto O’Rourke, que amenazaba con sacudir el mapa político nacional en caso de triunfar sobre Ted Cruz en Texas, evitaron su peor pesadilla, pero a cambio quedaron aún más subordinados que nunca a su líder en la Casa Blanca.
Desde hace unos días Trump rehusó asumir alguna responsabilidad por la derrota en la Cámara de Representantes ante los pronósticos, pero se espera que tomará el crédito por el triunfo republicano en el Senado y en algunas gubernaturas. Pero seguro no mencionará a su gran aliado antimigrante Kris Kobach, quien sufrió una derrota grave en su besqueda por ser gobernador de Kansas, mientras otro conservador, Scott Walker, iba perdiendo su gubernatura en Wisconsin.
Tremendo éxito esta noche. ¡Gracias a todos!
, tuiteó Trump.
Además de las 435 curules de la cámara baja y 35 escaños de los 100 del Senado que estuvieron en juego este martes, también hubo elecciones para 36 gubernaturas. Las más importantes en esta elección por su impacto nacional son las de Florida, donde el soldado leal
a Trump, Ron DeSantis, ganó al demócrata Andrew Gillum para tomar control del tercer estado más grande del país, siempre clave en elecciones nacionales, y Georgia donde se prevé una disputa alargada.
A la vez se votaron una serie de iniciativas ciudadanas en varios estados, entre ellas la despenalización de la mariguana. Michigan aprobó legalizar la yerba, convirtiéndose en el décimo estado en hacerlo, mientras aún se esperan resultados de Dakota del Norte para lo mismo. Missouri aprobó legalizar la cannabis para usos medicinales, y se esperaban resultados en Utah en igual sentido.
Esta fue también una elección de diversidades. En Georgia, Stacey Abrams aún estaba a la espera de saber si será la primera gobernadora afroestadunidense del país, mientras Jared Polis, de Colorado, será el primer gobernador abiertamente gay. Por otro lado, una refugiada somalí y una hija de inmigrantes palestinos serán las primeras musulmanas en el Congreso, mientras estaba por determinarse la posibilidad de la primera gobernadora indígena en Idaho, y la primera indígena en el Congreso de Nuevo México.
En Nueva York, Alexandra Ocasio Cortez ,socialista democrática
, será la representante más joven en el Congreso. Jesús Chuy García, de origen mexicano, se sumará a las fuerzas progresistas demócratas y defensoras de inmigrantes en el Congreso.
Según encuestas preliminares del Washington Post, los dos factores más importantes citados por votantes al emitir sus sufragios fueron Trump (en una elección no presidencial) y la salud, seguidos por la economía y la migración.
Irregularidades
Más de 10 mil quejas se habían reportado sólo esta mañana, y se acumularon miles más a lo largo del día –superando por mucho a cualquier elección intermedia anterior– por máquinas electorales descompuestas, boletas y registros rechazados y maniobras ilegales para negar o suprimir el voto.
De hecho, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) solicitó al público denunciar cualquier abuso o intimidación de fuerzas de seguridad pública en las casillas con el pretexto de proteger la integridad del voto, tal como amenazó el propio presidente cuando emitió un tuit alertando que las autoridades han sido notificadas firmemente de vigilar de cerca cualquier intento de voto ilegal en la elección del martes
. El fraude electoral de votantes es casi inexistente.
Entre las quejas en varios estados –incluso muchos con larga historia para suprimir el voto de minorías y pobres, como Georgia, Texas y Carolina del Norte– se reportaron demoras de horas por máquinas descompuestas o que cambiaban el voto emitido para un candidato a su opositor y casillas que no abrieron a tiempo.
En Dakota del Norte a algunos indígenas no se les permitió votar porque encargados de casillas rechazaron sus credenciales de identidad emitidas por autoridades indígenas.
En Estados Unidos no hay una infraestructura ni leyes uniformes nacionales sobre el proceso electoral, cada estado tiene sus propias normas, maquinaria y autoridades, lo cual ha generado cada vez más disputas al comprobarse que en este a país no se cuentan todos los votos, ni todos los votos necesariamente cuentan.