n estos tiempos, pocas cosas pueden ser más amenazantes que una caravana inesperada que se cierne sobre un país. Tal es la situación que vive hoy México por la gran migración que ha partido de Centroamérica, sobre todo de Honduras, cuya intención como casi siempre en estos casos es marchar hacia el norte, desde luego a Estados Unidos, si se estira un poco la liga llegando también a Canadá y pasando por México, que a sus ojos no parece tener los atractivos suficientes.
El presidente Enrique Peña Nieto les ha ofrecido trabajo en general que sólo obtendrían aquellos que tengan la documentación completa que exige México. La oferta aparentemente ha sido ya olímpicamente rechazada, me supongo que por falta de interés en el país y por la falta de aquellos documentos fundamentales. La oferta de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de incorporarse a los próximos trabajos ferroviarios que se propone emprender el presidente electo en el sur del país, ha sido vista con interés
por los dirigentes de la caravana, pero como no muestra, por lo pronto, como es normal, ningún carácter de realización concreta e inmediata, tendrían que esperar un tiempo para su realización. En caso de que se materialice la idea, habrá que esperar hasta que los proyectos de obra cobren carácter operativo. En todo caso, queda esta propuesta de AMLO como una variante de futuro que pueda tener una incidencia positiva en la caravana que hoy nos amenaza.
De todo esto, resulta claro que el objetivo real de la caravana, de alrededor de 7 mil personas, tiene el propósito fundamental de llegar a Estados Unidos y de abrir allá nuevos puestos de trabajo. Y aquí es donde comienza el verdadero problema, ya que el presidente Donald Trump ha negado tajantemente su disposición a abrir las puertas a estos migrantes centroamericanos, incluso amenazando con desplegar en la frontera sur de su país no sólo a la Guardia Nacional, sino inclusive al ejército, lo que hace muy difícil de resolver el problema.
Todo indicaría que la cuestión de las migraciones, que se han multiplicado en casi todas las regiones del mundo, no puede resolverse casuísticamente, sino sólo a partir de una cooperación internacional abierta y con la participación de múltiples países y organismos que lleguen a enfoques semejantes. Pero aquí está sin duda uno de los problemas más difíciles: amplias regiones y buen número de naciones han dado un giro político hacia la derecha, incluso como resultado de esta cuestión migratoria en aumento. La xenofobia y el racismo que han crecido en muchas partes como consecuencia, alimentan el repudio de las sociedades incluso más desarrolladas hacia el exterior que nos invade
, reforzándose el punto de vista emocional y, por tanto, irracional, de que es repudiable todo lo que venga de afuera y altere nuestra vida pacífica y sin sobresaltos
.
Estos fenómenos explican hondamente el giro hacia la derecha que actualmente define la posición política de buen número de países en Europa, América Latina y más allá. Como ejemplo de lo anterior pudiéramos mencionar el Brexit de la Gran Bretaña, el giro hacia la derecha de países como Italia, Hungría, Polonia y otros, el triunfo electoral de Donald Trump, que roza con el fascismo, el muy probable triunfo de Bolsonaro en Brasil y otra serie de fracasos de la democracia que sería largo enumerar. En síntesis, estamos ante una derechización del mundo, cuyos resultados a mediano y largo plazos están aún por verse, pero que no estimulan ninguna suerte de optimismo.
Para la izquierda, en cambio, claramente parecen tiempos difíciles, con el resultado positivo al menos de alejarla del más cerrado dogmatismo y de hacerla más flexible ante las distintas posiciones sociales, haciéndola en suma más inteligente y perspicaz ante las cambiantes posiciones políticas y económicas. Sí, la izquierda parece haber ganado en agudeza y capacidad para el análisis; sin embargo, la derecha ha triunfado en la esfera del poder real. Pero, ¿seguirá esto por mucho tiempo? Imposible decirlo, ya que depende de una serie grande de factores, reconociendo que la avidez por el bienestar material puede cancelar en alto grado la vocación de la inteligencia, pero también reconociendo que esta última puede imponerse a las inclinaciones negadoras de la civilización que todavía forman parte de la especie humana. Al final de cuentas esperamos, como ya ha ocurrido en diferentes momentos de la historia, que el lado moral y civilizatorio, que también constituye aspecto decisivo de la humanidad, se imponga a sus contrapartes negativas y destructivas, manteniendo a flote los aspectos constructivos de la misma, lo cual, desde hace milenios, nos permite un optimismo que es la razón misma de la existencia de la especie.
En cuanto a la caravana que nos amenaza, por diversas informaciones periodísticas ahora resulta probable que ha sido estimulada por los republicanos seguidores de Trump, a manera de descalificar a los demócratas en las próximas elecciones de ese país. No hay certezas al respecto, pero valdría que el gobierno de México, el saliente y el entrante, realizaran una pesquisa conjunta sobre el particular, para actuar en consecuencia.
En todo caso es uno de los problemas más agudos y difíciles de la transición.