¡El 2 de octubre y la plena libertad que vivimos en el ME68 no se olvidan!
ños después del ME68 me sigo preguntando cómo fue posible que los estudiantes de El Colegio de México, todos becados y de tiempo exclusivo, casi todos de posgrado, parte de la élite estudiantil del país, declarásemos la huelga y enviásemos delegados al Consejo Nacional de Huelga (CNH). Votamos a favor de la huelga sin pensar siquiera en la posibilidad de que nos suspendiesen la beca; no nos importaba. Era tal la fuerza de lo que estaba pasando que nos arrastraba a todos. Éramos agentes casi involuntarios de una fuerza social gigantesca. Vivimos en plena libertad, en el seno de una sociedad represiva, como militantes políticos de tiempo completo durante menos de dos meses. La organización del ME68 era una democracia con dos niveles: asambleas de escuelas y la asamblea del CNH, integrada por dos representantes de cada escuela. Las decisiones, antes de votarse en el CNH se llevaban, en general, a las asambleas, de tal manera que los representantes éramos realmente delegados. Una estructura así permitía la participación de todos en el proceso de toma de decisiones: democracia directa. ¿Alguna vez las instituciones de este país funcionarán así? La UNAM, el Poli, el Colmex, etcétera, siguen encabezadas por juntas de gobierno que no representan a los miembros activos de la institución y que nombran directores, rectores, presidentes. En su interior predomina el autoritarismo. El ME68 fue una lucha por las libertades democráticas en un país asfixiado por la dictadura perfecta. El punto más importante de nuestro pliego petitorio fue el de diálogo público (como ocurre en el Congreso) con el que el movimiento quiso evitar los acuerdos en lo oscurito donde prevalecen los sobornos y/o la coerción. Lo más subversivo de todo era nuestra forma de organización democrática que, con el ejemplo, criticaba hasta la raíz a las organizaciones autoritarias que dominaban y siguen dominando, de manera casi absoluta, a este pobre y deshecho país. También resultó muy subversivo un movimiento que, a diferencia de los movimientos ferrocarrilero, electricista, etcétera, no perseguía objetivos gremiales centrados en los intereses de los estudiantes, sino propósitos universales: libertad de los presos políticos, derogación del delito de disolución social, y mucho más que todo eso, libertades democráticas para todos. José Revueltas (JR) contrastó las sociedades de alumnos (SA) con los comités de lucha del ME68 y la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) con el CNH:
“La SA, agrupación limitada, burocrática, mediatizada por una superestructura de ordenamientos paralizantes y viciosos… con los métodos de la politiquería oficial. El Comité de Lucha (CL) como organismo democrático y revolucionario, electo directamente en las asambleas, cuestionable, cuestionado y susceptible de revocación. El CNH como organismo de masas, ligado a éstas por vínculos orgánicos (los delegados) y que reúne las condiciones de un cuerpo dirigente de tipo nuevo… [las características del CNH y los CL son]: democracia amplia, directa, que se ejerce en plena e irrestricta libertad, sin mediatización alguna y sin el menor síntoma de culto a la personalidad; conciencia colectiva clara, unívoca, por convicción evidente e irreversible de toda la comunidad estudiantil; libre juego de las ideas, corrientes y tendencias ideológicas, dentro de un propósito único y común… Compárense estas formas de funcionamiento orgánico y de acción revolucionaria con la FEU, verdadero nido de ratas políticas y de malhechores, de politicastros y de gánsteres, calcado al carbón de los modelos que ofrece la política oficial de la ‘revolución hecha gobierno.’”
Como expresa Roberto Escudero, activista del 68, una idea de JR: “cualquier movimiento revolucionario, incluido el ME68, es socialista porque las necesidades de democracia cabal que han planteado, sólo pueden ser satisfechas cuando el proletariado… se libere a sí mismo y a la sociedad en su conjunto”. Esto corresponde al concepto que Agnes Heller (AH) y György Márkus (los dos más importantes miembros de la Escuela de Budapest que, junto con la de Frankfurt, han mantenido vivo, y desarrollado, el pensamiento crítico de Marx), han sistematizado: las necesidades radicales (NR), que definen como aquellas N que genera el propio capitalismo, pero que éste no puede satisfacer. La democracia cabal, planteada a fondo por el movimiento estudiantil, es sin duda una NR. A diferencia de JR que concebía al proletariado como la clase revolucionaria única, como la única portadora de las NR, como la encargada de la misión de superar el capitalismo, Heller y Márkus sostienen que los agentes del cambio son aquellos que cobran conciencia de sus NR. Además de democracia cabal, son NR las de tiempo libre, creatividad, autorrealización, la N de dejar de ser bourgeoise (quien lucha por su propio interés) para ser citoyen (que buscan el bien colectivo).
¡2 de octubre no se olvida! ¡La libertad no se olvida!