Miércoles 3 de octubre de 2018, p. 6
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers, sostuvo que el eco del movimiento estudiantil de 1968 alcanzó la elección presidencial, cuando la sociedad decidió un nuevo rumbo y dejar atrás viejas y decrépitas prácticas
.
En la sesión solemne de la Cámara de Diputados para conmemorar la represión de Tlatelolco, Graue cuestionó que, a 50 años de ese hecho, el país no está exento de crímenes abominables
.
También en la tribuna, el director del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Mario Alberto Rodríguez Casas, sostuvo que en 1968 se desencadenó el nacimiento de una sociedad más madura y el derecho ineludible a la libertad de expresión
. Evaluó que la mejor forma de honrar la memoria de los estudiantes asesinados y desaparecidos en Tlatelolco es con una educación planificada, administrada y reproducible.
A los jóvenes que lucharon en 1968, que nos demostraron que hay más de un futuro posible, les debemos una vida de trabajo y lucha, porque con su sacrificio mostraron también el orgullo de ser politécnicos
, expuso.
Graue y Rodríguez fueron invitados a la sesión donde el pleno de la Cámara develó en su muro de honor y en letras de oro la inscripción: Al movimiento estudiantil de 1968
.
El rector de la UNAM afirmó que esa lucha de hace cinco décadas fue un grito de rebeldía contra el autoritarismo y la represión de un Estado insensible a los vientos de cambio
, pero también por el derecho a disentir y por la libertad de expresión, el respeto a las instituciones educativas y el deseo de transformar la sociedad.
En el momento en que precisó que si bien esas no eran precisamente sus demandas, desde las galerías –abiertas ayer a invitados– se inició un grito: ¡Fuera porros de la UNAM!
Graue respondió: Sí, claro. Claro que sí. ¡Goya, Universidad!
Sostuvo que las recientes manifestaciones de universitarios tienen la misma esencia de cambio mostrada en las elecciones. La juventud quiere seguridad y esperanza; requiere expresarse y ser escuchada. Así hay que atenderlo y actuar en consecuencia
, porque hace 50 años el país sufrió “un aparato de Estado indiferente e incrédulo en la juventud; autoritario e infundioso, que veía en las genuinas manifestaciones estudiantiles las maquinaciones de una ‘conspiración internacional’ encaminadas a derrocar al régimen establecido”.