Un modelo distinto al mexicano
Sábado 29 de septiembre de 2018, p. 14
El ingreso irrestricto de los jóvenes a la educación superior es una característica del sistema universitario de Argentina logrado por los movimientos estudiantiles de la década de los 80 tras la dictadura, dijo ayer Leticia Pogliaghi, académica del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la Universidad Nacional Autónoma de México.
A diferencia de las mexicanas, en muchas universidades argentinas no hay examen de ingreso, sino que los estudiantes pueden inscribirse con sólo presentar la documentación que les soliciten.
Entrevistada tras presentar la octava sesión del curso Un siglo de movimientos estudiantiles, del Seminario de Educación Superior de la UNAM, la egresada de la Universidad de Buenos Aires –institución de acceso irrestricto y sin examen de ingreso– aseguró que frente a lo limitado del financiamiento público para la educación, en ese país y México se optó por modelos distintos.
Depende de la variable de ajuste que queramos tener, porque los recursos son limitados en ambos países. En Argentina se decidió ajustar por medio de los docentes y de peores condiciones de cursada; fue una decisión política. La otra decisión, aplicada en México, es mantener los cupos limitados con exámenes y otros métodos de acceso restringido a las universidades, pero con mejores condiciones para cursar la educación
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Durante la dictadura en Argentina de 1976 a 1983, las universidades fueron intervenidas de distintos modos, explicó la doctora en estudios sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana en la conferencia Estudiantes en la reconstrucción democrática argentina. Se suprimió la libertad de cátedra; se prohibieron las organizaciones estudiantiles con fines distintos de los educativos; hubo represión, persecución y desaparición de estudiantes, y la producción de conocimiento se retrajo.
Con Raúl Alfonsín, primer presidente electo tras la dictadura, el gobierno propuso la normalización
de las universidades, es decir, su reorganización. Los movimientos estudiantiles demandaron autonomía y gobierno democrático para las universidades, pluralismo ideológico y apertura de educación superior a nuevos sectores de la sociedad. Ello llevó al ingreso irrestricto a las universidades.
En un principio se abrió el acceso a nuevas personas y no se incrementó el presupuesto en educación. Hoy ha crecido muchísimo el presupuesto universitario y se tiene 6 por ciento del destinado a educación. Pero los problemas persisten: seguimos teniendo muchísimos estudiantes, grupos grandes, salarios bajos. Se sigue ajustando por ese lado
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