Ciudad Juárez, Chih., Sara Salazar Hernández, activista y madre de cuatro hijos asesinados en el Valle de Juárez falleció exiliada en Estados Unidos, donde se refugió desde 2011 tras la persecución que sufrió junto con su familia por su lucha contra los abusos militares cometidos en 2008 a 2012 durante la instauración del operativo coordinado Chihuahua, en el sexenio de Felipe Calderón.

La activista, quien tenía 84 años, será llevada a Ciudad Juárez donde se le rendirá un homenaje y será inhumada en el panteón cerca de sus hijos, informó la agrupación Mexicanos en el Exilio, en la que ella participaba en El Paso, Texas.

El año pasado familiares, amigos, activistas y ex braceros marcharon a la zona del Valle de Juárez para recordar en sus tumbas a ocho integrantes de la familia Reyes Salazar, asesinados o desaparecidos presuntamente por integrantes del crimen organizado, de 2008 a 2012 .

Mexicanos en el Exilio dio a conocer en sus redes sociales la muerte de la activista y pilar de la familia Reyes Salazar. Hoy ha cerrado una vida de lucha y defensa de los derechos humanos: ¡Hasta la victoria siempre, doña Sara! ¡Hasta la victoria siempre, doña Blanca!.

Durante su activismo en Juárez, la señora Salazar viuda de Reyes, acusó al gobierno de Felipe Calderón de ser el causante de la violencia y asesinato de los integrantes de su familia: Josefina, Rubén, María Magdalena y Elías Reyes Salazar, así como de Luisa Ornelas de Reyes e Isela Hernández Lara, crímenes que a la fecha siguen impunes.

Josefina fue asesinada el 3 de enero de 2010, su hermano Rubén el 18 de agosto de ese año. El 7 de febrero de 2011, Magdalena y Elías fueron secuestrados en presencia de su madre, Sara Salazar, junto con Luisa Ornelas, esposa de Elías. Los tres fueron hallados sin vida el 25 de ese mes. Por exigir justicia para sus familiares, la activista recibió amenazas del mismo número telefónico de uno de sus hijos, Elías, si no se retiraba de su lucha. Sara Salazar era conocida también como doña Blanca por las protestas que encabezó en 1998 –junto con el profesor Manuel Robles y otros activistas de el Valle de Juárez – en contra de los tiraderos de residuos tóxicos que el gobierno estadunidense quería instalar en Sierra Blanca.

Años después, junto con su hija Josefina, participó del grupo Los Mosqueteros del Rastrillo que acompañaba a los familiares de las jóvenes desaparecidas a buscar sus cuerpos en el desierto.