Más de 5 millones 120 mil ancianos, que por su edad ya deberían estar jubilados o próximos a ello, aún laboran y lo hacen en condiciones más vulnerables que el resto de los trabajadores en México, revelan estadísticas oficiales.

Casi la mitad de la población ocupada de 60 años o más (49.6 por ciento) labora por cuenta propia y otro 37.6 por ciento son subordinados, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) al presentar un panorama de este grupo por el Día Internacional de los Adultos Mayores que desde 1990 se conmemora cada primero de octubre, por acuerdo de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En el mercado mexicano, los ancianos son los trabajadores con menos prestaciones (50 por ciento), más bajo acceso a servicios de salud (38 por ciento) y sin contrato (38.6 por ciento), destacó el organismo.

Eso representa casi 20 puntos menos respecto de la población entre 30 y 59 años que laboran con las mismas condiciones, ya que 67 por ciento de éstos tiene prestaciones, 60 por ciento cuenta con servicios de salud y 59 firmó contrato.

La más reciente encuesta intercensal del Inegi, correspondiente a 2015, contabilizó 12 millones 523 mil mexicanos de 60 años o más, de los cuales 41 por ciento todavía están en disposición y capacidad para trabajar; es decir, pertenecen a la población económicamente activa (PEA) que el instituto calculó en 5 millones 120 mil 459 personas. La mayor parte de ellos sí cuenta con un empleo y sólo 1.1 por ciento están desempleadas, una tasa incluso menor a 3.3 por ciento de desocupación de la PEA total.

El organismo destacó que 74.2 por ciento de los ancianos labora en la informalidad, cifra también superior a 56.6 por ciento que registra la población de 15 años o más que trabaja en la misma condición. Pocos adultos mayores llegan a una edad avanzada y tienen los recursos para ser empleadores (8.9 por ciento).

En general, los adultos mayores perciben los ingresos más bajos entre todos los trabajadores mexicanos e incluso hay 10 por ciento que no recibe nada siquiera. El Inegi precisó que 30 de cada 100 personas de edad que están ocupadas ganan hasta un salario mínimo y 24 por ciento obtiene ingresos de más de un salario mínimo y hasta dos.

Detalló que de cada centenar de adultos mayores que trabajan, 21 lo hacen en actividades elementales de apoyo, como tareas domésticas, de preparación de comida o de vendedores ambulantes; 20 laboran en el campo y 15 son comerciantes, empleados o agentes de ventas. En cambio son pocos los dedicados a actividades administrativas (2.7 por ciento) o son funcionarios, directores o jefes (2.8 por ciento).

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha señalado que el hecho de que la mayoría de los ancianos trabaje por su cuenta se debe tanto a la discriminación que sufren para conseguir un empleo asalariado como a su deseo de laborar de manera independiente, aprovechando sus capacidades y experiencia, con horarios flexibles.

A mayor edad, apuntó el Inegi, el porcentaje de la PEA disminuye de 48.4 por ciento entre la población de 60 a 64 años a 16.5 por ciento entre quienes tienen 75 o más.

Además, hay una gran brecha entre los hombres y mujeres de más de 60 años que trabajan y se incrementa conforme a la edad, pues entre quienes tienen 75 años o más, 27.1 por ciento de ellos y 7.7 por ciento de ellas laboran. El porcentaje de varones empleadores duplica el de féminas; entre los primeros suman 10 de cada 100 y las segundas sólo son cinco.

Entre quienes laboran sin remuneración, 8.4 por ciento son mujeres, cinco veces más respecto de 1.8 de hombres.