Esa obra de Krzysztof Warlikowski retoma textos de Kafka y Coetzee
Viernes 28 de septiembre de 2018, p. 4
En esta era de lo digital, de la información a todas horas y la rapidez, el teatro obliga a poner atención. A diferencia de Internet, donde nadie se hace responsable, en una puesta en escena todos lo somos: de los actores al público, sostiene el dramaturgo polaco Piotr Gruszczyinski, de la compañía Nowy Teatr, que se presenta por primera vez en México con la obra El fin, la cual se estrenó en 2011, con la dirección de Krzysztof Warlikowski y que tiene ese sello controversial que le ha dado reconocimiento en el mundo.
El fin retoma El juicio, de Franz Kafka; Nickel Stuff, de Bernard-Marie Koltes, y Elizabeth Costello, de J.M. Coetzee. ‘‘A los dos primeros los une el tema de la culpa, lo que significa ser culpable y cómo nos convertimos en culpables”, dice el dramaturgo en entrevista con La Jornada horas antes del ensayo general de la obra, que ayer se presentó y hoy tendrá una segunda y última función en el Palacio de Bellas Artes. De la novela de Coetzee se toma el capítulo final. Los personajes ‘‘llegan a una situación crítica, se enfrentan a la puerta de la ley, la vida, la muerte. Quieren ver qué hay detrás de esa puerta, pero no pueden hacerlo porque nunca se abre”.
El teatro de Bellas Artes está lleno de actividad: revisan las luces, acomodan sillas, hay voces por doquier; un maniquí descansa sobre el escenario.
La compañía polaca enfrenta un reto: no están acostumbrados a trabajar en un escenario tan alto. En las instalaciones del Nowy Teatr (Teatro Nuevo) lo hacen a ras de suelo.
El fin es ‘‘muy emocional y tienes que seguir la obra para construir la tuya de alguna manera. Es muy abierta, invita al trabajo de la imaginación del espectador: el escenario está hecho de una forma en que construyes tu propio espacio; es muy democrático porque todos tienen el derecho de estar ahí, convertirse en el autor de su propia narración. No estoy muy familiarizado con América Latina pero creo que, al conocer literatura de esta parte del mundo, la obra funcionará muy bien porque es un poco misteriosa, hay muchos secretos”.
Larga tradición de teatro artístico en Polonia
Gruszczyinski, quien lleva años trabajando para y por el teatro, primero como crítico y ahora como dramaturgo, destaca el hecho de que el teatro todavía existe; ‘‘eso es bueno, porque ahora todo es digital y las personas tienden a pasar demasiado tiempo en Internet, en los teléfonos, las computadoras, estamos perdiendo el contacto con la gente, con la gente real, y es una ventaja poder ir al teatro porque ayuda a conectarnos.
‘‘Hay muchos tipos de teatro, algunas obras son comerciales, se concentran en el entretenimiento, pero en Polonia tenemos una larga tradición de teatro artístico que hace una investigación todo el tiempo sobre el ser humano; directores, teatros y actores se sienten responsables por el público y se sienten responsables de hablar de las cosas importantes. No sé lo que ocurre en México, pero en Polonia el teatro es muy fuerte e incluso ahora, cuando la situación política es muy mala, las personas van al teatro para discutir y encontrar quizá la verdad o una respuesta a cómo se pueden comportar, lo que deben hacer.”
La búsqueda del dramaturgo es ‘‘hablarle a la gente, que despierte. Creo que el público de teatro es muy inteligente y no necesita saber todo de mi lado o del de Krzysztof porque los dos creemos, y nuestros actores también, que si vas al teatro y entiendes todo significa que la jornada se perdió porque vas a casa y te olvidas de lo que viste. Tratamos de crear ese estado en el que el espectador llega a casa y se pone a pensar lo que vio y sigues pensando en la obra y la lleva a los dilemas o problemas que necesita resolver por sí mismo”.
Para Piotr Gruszczyinski existen dos retos para el teatro en general: el primero es no venderse para complacer al público y el segundo es no autocensurarse. ‘‘Esas dos cosas son importantes; si eres sincero contigo mismo y luego con el público, es maravilloso. Es muy difícil también porque toda la gente de teatro lo que desea es que lo quieran y por eso es muy duro trabajar en contra de esa necesidad de complacer al público”.
El fin se escenifica hoy a las 18 horas en el Palacio de Bellas Artes (avenida Juárez, esquina Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro).