Fue un sabio asombroso y gran poeta, definió Fernando del Paso
Miércoles 26 de septiembre de 2018, p. 5
Guadalajara, Jal., Del puesto del mercado de Santa Cruz Atoyac a las tertulias de Londres, de la erudición asombrosa al refrán coloquial, pero sobre todo de su poesía a su legado intelectual, humanista y de periodismo cultural, el recuerdo de Hugo Gutiérrez Vega a tres años exactos de su muerte se paseó en uno de sus lugares favoritos: el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Lo hizo a través de voces de personas que quiso tanto, como Fernando del Paso, Silvia Molina, Luis Tovar, Felipe Garrido y Luis Vicente de Aguinaga, quienes en fecha tan significativa inauguraron la cátedra de poesía y periodismo cultural Hugo Gutiérrez Vega.
‘‘Fuimos amigos toda la vida, más de 50 años, y siento mucho que nos haya dejado, lo mismo Lucinda (Ruiz, su viuda, quien falleció el 11 de junio de 2017), pero me alegra que nos hayamos juntado todos ahora, en hacer un homenaje, en recordarlo como se debe a ese gran poeta y ministro cultural que tuvo México”, dijo Del Paso.
Por problemas de salud, el novelista no acudió al Paraninfo, pero grabó un video que fue proyectado como parte inicial del memorial efectuado en torno a la vida y obra de Gutiérrez Vega.
‘‘Mi esposa, mis hijos y yo conocimos a Hugo, a su bella esposa Lucinda y sus hijas hace poquito más de 50 años en Londres, la capital británica. Él se desempeñaba ahí como consejero cultural de nuestra embajada y yo acababa de llegar con el contrato para trabajar en la BBC de Londres en radio onda corta, en el servicio latinoamericano en español”, recordó Del Paso.
El premio Cervantes de Literatura compartió que fue muy bien recibido por el poeta, a pesar de que apenas había publicado su novela José Trigo.
‘‘Con él aprendí muchas cosas, entre otras, cómo se difunde la cultura mexicana en el extranjero y después cómo se difunde la cultura extranjera en México. Hicimos muy buena amistad entre las dos familias.”
Del Paso rememoró que su familia aprendió a comer comida india con la de Gutiérrez Vega, gentilicio sobre el que dijo: ‘‘O sea, de la India, que yo le llamo como muchas personas equivocadamente hindú. El hinduismo es una religión, decir un pollo hindú es como decir un pollo católico o un pollo protestante. Es comida india. La culpa la tuvieron los españoles por bautizar a las Américas como las Indias Orientales y por eso hoy le llamamos indios a nuestra población aborigen”.
Grabado en la sala de su casa de impecable traje, afirmó que la poesía del homenajeado ‘‘es estupenda, me encanta, fue un gran poeta, muy sensible y muy dedicado”.
Siempre se dijo sorprendido de la erudición del jalisciense, quien ‘‘sabía de todo en literatura, asombrosamente sabio” y rio al recordar su barba, que ya la tenía desde la primera vez que lo vio: ‘‘Yo creo que nació con barba”.
De lo elevado a lo mundano
Luis Tovar, director de La Jornada Semanal, suplemento cultural que dirigió Gutiérrez Vega, quien convivió con éste ‘‘los últimos 16 años de su presencia en el mundo”, evocó momentos íntimos derivados de la relación laboral.
‘‘Íbamos los lunes, los martes y los miércoles a comer a una fonda en un mercado que está muy cerca de las oficinas de La Jornada. El propietario enmarcó un texto que Hugo publicó dedicado a la fonda y se llama ‘Sopa de coditos con espinacas en el mercado de Santa Cruz Atoyac’; el dueño estaba fascinado de que alguien como Hugo no sólo fuera a comer a su fonda, sino que hubiera publicado en el suplemento cultural una loa a su sopa”.
Esa capacidad para ‘‘ir de lo más elevado a lo más mundano”, fue lo que permitió a Gutiérrez Vega hablar a todos los lectores a través de un suplemento cultural’’.