La UAP reconoce sus aportaciones a la cultura del país; el autor de Lecturas del calígrafo hace una crítica abierta y propositiva del modelo educativo
Miércoles 26 de septiembre de 2018, p. 3
Puebla, Pue., El lingüista Raúl Dorra, integrante del grupo de eminencias, con Juan Gelman y Noé Jitrik, del exilio argentino en México, fue condecorado por la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) por sus aportaciones a la cultura del país.
Raúl Dorra Zech (San Pedro de Jujuy, Argentina, 5 de septiembre de 1937) llegó a México en 1976 y ha desarrollado su labor de lingüista en esa universidad, donde ayer recibió la medalla Francisco Javier Clavijero, de manos del rector de esa casa de estudios, José Alfonso Esparza Ortiz.
Raúl Dorra pertenece a la generación del exilio argentino en México de la que también formaron parte el poeta Juan Gelman; el siquiatra Marcelo Pasternac, introductor de la escuela de Lacan en el país; Óscar del Barco, filósofo, y Guillermo Beato, eminente historiador y el periodista Gregorio Selser.
Escritor reconocido internacionalmente, Raúl Dorra es autor de novelas y cuentos de gran valía, entre ellos La canción de Eleonora, La tierra del profeta, Ofelia desvaría. También destaca su labor de traductor.
En su discurso de aceptación, Raúl Dorra se centró en una crítica abierta y propositiva al modelo educativo. ‘‘Si antes existía tiempo y oportunidad para el error y para corregirlo, esto ha cambiado, pues ya no hay cabida ni para uno ni para otro, menos para el fracaso no sólo en la producción universitaria sino en la vida en general.”
Autor de libros como Noticias sobre la muerte de Gregorio Samsa y Lecturas del calígrafo, Raúl Dorra acotó: ‘‘ansiosos por exhibir resultados, los ideólogos del mundo contemporáneo nos enseñan a cerrar los ojos ante el proceso que ha llevado hasta tales resultados y que es lo que mejor los explica. Ahora se atiende casi exclusivamente a lo que puede describirse como logro, a eso que, con una tortuosa fórmula lingüística, en nuestro medio se conoce como eficiencia terminal”.
Llamó a repensar la vida académica de las universidades para que, más allá de tener a los estudiantes como su centro de acción, abran su quehacer hacia la comunidad.
Ante colegas, amigos, familiares y estudiantes de diversas generaciones formadas por él, instó: ‘‘debemos elaborar un nuevo concepto, más amplio y más complejo, de comunidad universitaria y trabajar para que sea cada vez más una realidad dinámica”.
Antaño, dijo, el centro neurálgico de la universidad era la comunidad académica, contrario a lo que sucede hoy, cuando ‘‘las políticas educativas centralizadas fueron ganando terreno y con ellas las evaluaciones cuantitativas, los criterios estadísticos, la carrera por el puntaje, la atención focalizada en el resultado y despreocupada por el proceso”.
El fundador y actual coordinador del Programa de Semiótica y Estudios de la Significación de la UAP expuso que ‘‘mientras el proceso requiere de observación atenta y comprensiva, la evaluación del resultado se apoya en un censo o en un cálculo estadístico”, en el que se impone ‘‘cantidad contra calidad”, siendo ésta una tendencia: la de ‘‘evaluar solamente los logros –a veces legítimos, pero más de una vez simulados– que se hace posible y hasta necesaria en un mundo donde los individuos son sometidos a crecientes controles.
‘‘¿Cómo evaluar la calidad intelectual y humana de un profesor en el salón de clase, de un investigador inclinado en su laboratorio o en su mesa de trabajo, probando una y otra vez alguna solución que se le niega? Eso lo puede valorar mejor la propia comunidad universitaria y no los formatos o las tablas, pues la comunidad universitaria es representativa de una forma de vida. Las evaluaciones no evalúan el saber sino el grado de obediencia a sus propios criterios, no siempre científicos. Más que el saber lo que con ellas se persigue es el poder”, sostuvo.
Argentino por nacimiento y mexicano por nacionalidad
Humberto Raúl Dorra, ‘‘un argentino por nacimiento y mexicano por nacionalidad, y ambas cosas por elección”, acotó que, si bien ‘‘un proyecto acumula pérdidas y ganancias con el correr de los días”, se debe ‘‘apostar a que las segundas superen a las primeras y que las superen guiadas por una crítica serena, sabia y rigurosa. Y, por qué no, también entusiasta”.
Llamó a ‘‘aspirar, a recuperar o consolidar plenamente la voz de la comunidad universitaria con las características propias de las circunstancias actuales, características referidas tanto a la magnitud y complejidad de nuestra institución, como a las formas de comunicación con las que hoy contamos”.
Ello, dijo el creador de Tópicos del Seminario, publicación registrada en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, porque si bien hay una política global de la que no se pueden evadir las instituciones universitarias, también ‘‘hay opciones locales que es posible aprovechar.
‘‘Creo que la presente administración es sensible y ha buscado moverse equilibradamente en esa dirección que crece en complejidad hacia adentro y hacia afuera dejando su impronta más allá de los salones de clase. La razón de ser de esta universidad ya no son solamente los estudiantes sino también –y de manera creciente– la comunidad del estado y la región.
‘‘Sin dejar de ser una institución educativa, la UAP es ahora un decisivo bien de la cultura, y nuestra obligación, la de todos nosotros, es asumir conscientemente la responsabilidad que eso significa. Debemos, pues, elaborar un nuevo concepto –más amplio y más complejo– de comunidad universitaria y trabajar para que sea cada vez más una realidad dinámica. Avanzar en distintas direcciones con un objetivo común”, concluyó el homenajeado.