Reconstruir conciencias
uando escuchen a los caceroleros –esos que protestan sistemáticamente de todo y por todo aunque sean los menos perjudicados– externar juicios apocalípticos de lo que nos espera
con el nuevo gobierno, como si la mancuerna PRI-PAN no fuera una bochornosa cadena de frivolidades y entreguismos, en vez de explicaciones escolares que intenten hacerles ver la diferencia entre la mediocridad y acostumbrarse a ésta, mejor propongan tres verbos: sumar, confiar y vigilar, como posibilidad de respeto a sí mismos y de responsabilidad ciudadana. No haber practicado a diario estos verbos en los recientes 80 años es lo que tiene a México en una alarmante postración en ambos sentidos: debilitado y sometido.
Una lectora que cursa tercero de secundaria y ya sabe sumar y restar me hizo la siguiente observación: La credibilidad del gobierno y de los medios de comunicación está en el sótano por su corrupción, manipulación y obsesión de rating a costa de lo que sea, incluido el sufrimiento de la gente. Según cifras oficiales, el costo de la reconstrucción de viviendas, escuelas, carreteras y hospitales en las zonas afectadas por los sismos de 2017 era de 38 mil 800 millones de pesos. Además, apenas se tienen datos de las donaciones hechas a México por otros gobiernos, organismos internacionales y empresas, más los 150 mil dólares generosamente cedidos por el Vaticano, así como las aportaciones de famosos y de ciudadanos nacionales y extranjeros
.
Si se requieren
, continuó la jovencita en tono de lideresa nacional de algo o de aspirante a candidata, esos 40 mil millones de pesos para reconstruir en todo el país las zonas afectadas, ¿quiénes han sido los responsables de asignar, distribuir y comprobar la entrega de esos fondos de manera eficiente, oportuna y honesta? Ni modo que los sistemas nacionales de Transparencia y Anticorrupción. Si la Presidencia de la República, el Gobierno de Ciudad de México, la Asamblea Legislativa y otras anunciaron créditos blandos a los afectados, ¿por qué nadie sabe en qué han consistido y cuántos los recibieron, el monto de las asignaciones y qué resultado han tenido? ¡Qué poca madre! ¿No habrá quién los llame a cuentas?
El mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero demasiado pequeño para la avaricia de algunos
, dijo alguien. Ya va siendo hora de que modifiquemos esta chata visión de nosotros, de la vida y de la muerte.