ierto sector de la sociedad nacional –defensor a ultranza del México moderno y neoliberal– se ha manifestado totalmente en contra de la afirmación de Andrés Manuel López Obrador de que el país está atravesando una situación económica y social muy difícil, posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra.

El presidente electo lo dijo así: Posiblemente por las circunstancias, porque el país está atravesando una situación económica y social muy difícil, posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra, no podamos cumplir todo lo que se está demandando; pero sí vamos a cumplir todo lo que ofrecimos en campaña. Ese es el piso, y de ahí para arriba, hasta donde nos alcance el presupuesto.

México, dijo, lleva 30 años en bancarrota, desde que se está aplicando el modelo neoliberal. Imagínense cómo está el sector energético. Estamos produciendo petróleo como hace 40 años. ¿No es eso crítico? En pobreza, hay muchos más pobres que antes. En inseguridad, está peor. Ochenta homicidios diarios. Está bien que sea prudente, moderado, que no quiera estar echando la culpa a nadie, pero díganme ustedes si ha habido crecimiento, si ha habido paz, tranquilidad, si ha habido estabilidad.

Esas fueron las palabras de AMLO, pero más allá de la bancarrota ética y política que registra el país, ¿el término es válido para efectos económicos? Depende de a quién se le pregunte: los de arriba dicen que de ninguna manera, pero los de abajo responden con un rotundo sí.

La primera en reaccionar fue la cúpula empresarial, en especial el club de ricos entre los ricos (los multimillonarios marca Forbes), cuyo vocero, el doctor en cinismo Claudio X. González Laporte, calificó de dramático lo dicho por AMLO. Afirmó que México no está en bancarrota.

Más que obvio el comentario de González Laporte, porque él pertenece al selecto uno por ciento de la población mexicana que acapara 36 por ciento de la riqueza nacional y pertenece a uno de los más sólidos grupos de poder del país, el Consejo Mexicano de Negocios, beneficiario de prácticamente todas las modernas políticas públicas de los pasados 36 años, de tal suerte que para él eso de la bancarrota ni por aproximación le parece creíble. De hecho, le resulta una verdadera jalada.

Cómo olvidar que el Consejo Mexicano de Negocios es el club que agrupa a los más ricos del país, entre ellos a los 17 multimillonarios marca Forbes, cuyas fortunas conjuntas equivalen a 12 por ciento del producto interno bruto (PIB) mexicano. Para ellos, y algunos pocos más, es una locura pensar que la economía nacional esté en bancarrota.

Se entiende la negativa de la minoría rapaz, pues acumula 36 años mamando del presupuesto federal (y miren que son mamones), con la mayoría de las privatizaciones a su favor y las políticas públicas como trajes a su medida, y eso de la escasez no es lo suyo.

Pero está la otra parte, la mayoritaria, los millones y millones de mexicanos en pobreza y muy cerca de ella, que ha tenido que soportar y pagar el costo de esas fortunas de cuento de hadas. Ella, desde luego, coincidirá plenamente con López Obrador en aquello de la bancarrota.

La Cepal resume por qué unos dicen que no y otros que sí: en términos globales, la economía mexicana crece a un ritmo anual promedio de 2 por ciento, y sus beneficios se distribuyen de forma por demás desigual. Pero la economía de la cúpula multimillonaria avanza 8 por ciento como promedio anual. Se trata del México de la mayoría y el de la selecta minoría moderna.

Las rebanadas del pastel

Entonces, la economía está en crisis, en bancarrota, porque más de la mitad de su población sobrevive en la pobreza y 80 por ciento de mexicanos son socialmente vulnerables (la información es del Coneval), mientras en la acera de enfrente 17 empresarios acaparan 12 por ciento del PIB. Y esto sí es dramático.

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