En un encuentro evocaron cómo el escritor retrató en esa obra la gesta estudiantil
Jueves 6 de septiembre de 2018, p. 3
Guadalajara, Jal., ‘‘Yo no soy Palinuro. Palinuro es un personaje desorbitado y yo creo no ser Palinuro, que es un personaje aventado, que realiza hazañas sexuales increíbles. Yo también…”, dijo Fernando del Paso, interrumpido por aplausos y risas festivas, durante la clausura del coloquio Palinuro de México: a 50 años del 68, reflexiones de la obra de Fernando del Paso, al término de la conferencia magistral ofrecida por su amiga Elena Poniatowska.
Del Paso ríe también, apenas una mueca que aviva su cara impasible durante la ponencia de la periodista y escritora, con lo que da tiempo a las risas y los aplausos de cientos de estudiantes de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
‘‘No me dejaron terminar, les decía que yo también me desvinculo de ello (de las hazañas sexuales increíbles)”, finalizó, logrando una nueva andanada de feliz aprobación de los presentes.
Antes, en la jornada inaugural del foro y en compañía de Juan Villoro –quien también ofreció una conferencia en torno a la emblemática novela–, Del Paso dijo que si acaso se trataba de ‘‘una autobiografía de mentiras con algunos cuentos.
‘‘Es lo que yo fui, lo que quise ser, lo que los demás querían que fuera y lo que pude ser también. Es una autobiografía en varios tiempos, positivos y negativos”, explicó.
Villoro y Poniatowska insistieron en que se trata de una autobiografía del novelista, que retrató los acontecimientos de 1968 en Tlatelolco mediante un personaje central muy parecido a Del Paso en su vocación médica y en su postura política.
‘‘Esta novela nos da la dimensión de la masacre (del 68) al entregarnos en Palinuro... su historia personal, que actúa como una monstruosa, una cruel autobiografía”, sostuvo Poniatowska.
Los dos escritores, premios Cervantes de Literatura, codo con codo, evocaron a través de la novela lo ocurrido en 1968 y quedó claro que de lo que se trataba era de retratar una época, una epopeya tras la cual todo en México cambió, en particular entre los jóvenes.
‘‘Palinuro de México es igual a la Pirámide del Sol de Teotihuacán; tiene mil años, pero nació ayer (...) No tiene que ver con el azar ni la ocurrencia, la casualidad ni la tradición escrita ni oral; es un bólido que viene desde el fondo del tiempo, una catarsis, un huracán, un tratado de ciencia médica, es ante todo la gran novela del 68”, afirmó la colaboradora de La Jornada.
Poniatowska recordó que Palinuro se publicó en plena efervescencia de la literatura latinoamericana con novelas como La ciudad y los perros o La casa verde, de Mario Vargas Llosa; La región más transparente o La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes o bien Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, todos ellos ‘‘textos fundacionales de nuestros países colonizados”.
‘‘Los críticos de literatura escribieron que Palinuro de México había rebasado todas nuestras anteriores posibilidades, que la novela de Fernando era precursora de cambios fundamentales no sólo en nuestra vida literaria sino en la de todos los días, que a partir de Palinuro... tendríamos hacia la vida y hacia lo que somos otra actitud, hacia el amor y la muerte, hacia la enfermedad, y es lo único que importa”, añadió.
Texto inabarcable, insolente
Poniatowska dijo que los encuentros de Estefanía y Palinuro hicieron que todas las lectoras de Del Paso tuvieran el deseo de alquilar un cuartito con una ventana que diera a la plaza de Santo Domingo, no sólo por afán de sacrilegio, sino para poder escuchar bajo los arcos el tecleo de las máquinas Remington de los evangelistas, escribanos públicos del lugar.
‘‘Los párrafos monumentales de la novela nos cubren con un tapabocas y nos exhiben, tienen sudarios, y nos muestran casi como José Guadalupe Posada en el disloque, y nos vuelven en cierto momento más que desafortunados, porque mientras nos escondemos de Del Paso, él nos exhibe y nos echa a ahogar, contempla desde lo alto cómo nos ahogamos en un mar de letras.”
Consideró que la novela es un texto inabarcable, insolente, de dolor, a la que se regresa como a la primera enciclopedia, en la cual Del Paso se da el lujo de ‘‘asestarnos toda su sabiduría humana y médica de un solo golpe, lo que él mismo llama el mamut y él lo acorrala”.
Dijo que nunca los jóvenes habrían adivinado que serían protagonistas de una tragedia como la de Tlatelolco, la cual ‘‘sólo ha sido superada por la desaparición de los 43 jóvenes de la normal rural de Ayotzinapa”.
Recordó cómo conoció a Del Paso, justo cuando el editor Arnaldo Orfila había salido del Fondo de Cultura Económica y fundaba Siglo XXI Editores, sello en el que la primera obra de la colección literaria fue José Trigo, novela ‘‘de un joven autor, publicista inédito.
‘‘Fernando era igualito a como lo ven, aunque creo que ahora es menos obsesivo. A la semana don Arnaldo Orfila sentenció que el lanzamiento de un libro es siempre una flecha en el aire o una condena y dijo: ‘se lo publico’.”
Tras su publicación, José Trigo se convirtió en una obra que rápidamente fue calificada de asombrosa.
‘‘Yo le lleve la novela a Demetrio Vallejo (líder del movimiento ferrocarrilero de 1959) a su cuarto en la enfermería de la cárcel de Santa Marta Acatitla y cuando terminó de leerla exclamó: ¡ése sí sabe de trenes! Tenía razón, porque Fernando del Paso sabe todo de todo. Ningún escritor de México en nuestros días ni en todos los tiempos de siglos pasados y futuros tiene su erudición.”
Para Poniatowska la admiración por Del Paso es obvia, como la de sus miles de lectores, porque ‘‘todo lo transforma en materia memorable, a todo le da otro significado. El centro de gravedad de Palinuro es la masacre de un joven y como todos los que lo sufrimos, la muerte es la certeza de que el asesinato de un joven equivale a matar la esperanza.
La víspera, Juan Villoro dijo que Palinuro de México es una obra guiada por lo dinámico de lo exhaustivo y confirma la máxima sentencia de Stendhal, quien concebía a ese género como ‘‘un espejo que se pasea a lo largo de un camino.
‘‘Esa frase es símbolo y resumen de lo que Del Paso está contando, el espejo capta la realidad y la transfigura con luces y sombras, demostrando que tiene vida propia. Esta segunda naturaleza es demasiado intensa para pasar inadvertida.”
Carmen Villoro, directora de la cátedra Arte, poética y literatura Fernando del Paso, organizadora del coloquio, en colaboración con la UdeG, dijo que el leitmotiv de este foro es difundir la obra del escritor y fomentar entre estudiantes el espíritu humanista y el pensamiento crítico, la lectura y la escritura.