¡N
o lo van a dejar llegar!
Recuérdese cómo se replicaba esta frase cuando se acercaban las elecciones pasadas y López Obrador se asomaba como posible ganador. Nadie sabía especificar quién no lo iba a dejar llegar. Tal vez algunos pensaban hasta en la Divina Providencia, en virtud de que él era el malo…
Pasando el tiempo, cayendo en cuenta de que la intervención no se producía, se fueron incrementando y endureciendo los ataques hasta llegar a una especie de paroxismo montonero, pletórico de adjetivos, de quienes se reputan a sí mismos como decentes
, miembros de un código postal con más méritos que los demás. El ataque más consistente era tacharlo de populista
… pero lo que en verdad se enriqueció fue la retahíla de insultos...
Aun sin estar en sus filas, no dejaban de indignar que le lanzaran tales improperios a un mexicano como nosotros y a la gente que lo seguía.
La ceguera de mucha gente era tal que no percibieron que, entre más aumentaban estos, más crecía la simpatía popular, hasta llegar al inesperado porcentaje superior a la mitad de los electores. Estudiosos del tema han afirmado que, de haber sido más cau-tos y respetuosos los rivales, los votantes en favor del ganador no habrían sido tantos.
Ello es perfectamente posible, dado que las encuestas que más lo favorecían no llegaban a tanto.
En este sentido hay que reconocerle un mérito mayor a Vicente Fox, en virtud de la insistencia, estupidez y bajeza de sus ataques. En términos generales, el ex presidente se mostró a sí mismo, como se decía antes, más ordinario que un telegrama de a peso
.
Recuérdese que, incluso, los tan llevados y traídos debates presidenciales a la postre parecían ser una especie de programa titulado tírenle al Peje
.Todos iban contra él. Lo curioso es queni los demás candidatos, incluyendo aEl Bronco y su pretensión de dejar al país lleno de quince uñas
, ni su cau- da de asesores, se dieron cuenta de que con ello le daban más cuerda a su ri- val común.
Hasta el señorío de Meade se vio contaminado con algunas expresiones de mal gusto… aunque el peor, claro está, fue el tal Anaya, cuya participación se caracterizó por el exceso de agriones y la escasez de propuestas. Tal parece que toda su formación gira en torno del insulto.
Para su vergüenza, la respuesta del ofendido, una vez ganadas las elecciones, fue con un guante más blanco que una patena y, a partir de entonces ha procurado ir generando condiciones para llevar la fiesta en paz.
Mucha gente ha dicho que es un hombre sumamente rencoroso. De ser así, hay que reconocer que es meritorio el esfuerzo por acercarse a muchos mexicanos de valer y privar-se de agredir a nadie. Sin embargo, en el lugar de Anaya, de Fox y otros que se esmeraron especialmente insultándolo, yo no estaría tan tranquilo. Un sexenio está compuesto solamente por seis años, pero pueden ser muchos cuando el presidente es tu enemigo.
Lo cierto es que algunos de estos ciudadanos son tan nocivos que hasta resulta conveniente que se use la escoba con ellos. ¡Ya le han hecho suficiente daño a la patria!