El dirigente del sindicato minero, Napoleón Gómez Urrutia, recibió ayer la credencial que lo acredita como senador de la República y en un breve mensaje resaltó que trabajará para eliminar la corrupción y para ayudar a reconstruir el país.

Como lo había adelantado a La Jornada, llegó al Senado por la puerta principal y a tiempo para cumplir con su responsabilidad como legislador de la República durante los próximos seis años.

Concluyó así un exilio forzoso de 12 años, ya que según explicó en entrevista reciente con este diario, se vio obligado a dejar México ante el acoso y persecución política que emprendieron en su contra los principales empresarios mineros y los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón.

Las campañas de desprestigio pagadas, según denunció, por el dueño de grupo México, Germán Larrea, el intento de desconocerlo como líder del sindicato minero y de encarcelarlo mediante infinidad de demandas penales orquestadas también por el poderoso empresario, quedaron atrás.

Convoca a conferencia el jueves a las 11 de la mañana

Ayer, Gómez Urrutia vivió un momento de emoción, como él mismo lo expresó, al presentarse ante los medios de comunicación y mostrar la credencial que lo acredita como senador electo de Morena, para poder asistir al miércoles a la sesión de instalación de ésta Cámara legislativa.

En poco más de un minuto el líder minero, que ayer se rencontró con su país, emitió un breve mensaje en el que dejó claro que va a combatir la corrupción que hay en el país. Estoy muy contento de estar de regreso en mi patria. No voy a contestar preguntas, voy a ofrecer conferencia de prensa el jueves a las 11 de la mañana.

–¿Háblenos de sus prioridades legislativas?

–Ayudar a reconstruir al país, a cambiar la política económica, a terminar con la desigualdad, erradicar la pobreza, acabar con la corrupción, gracias.

Se retiró solo, así como ingresó al recinto.

En su libro El colapso de la dignidad, Gómez Urrutia relata que se vio obligado a dejar el país después de que el empresario Germán Larrea recrudeció los ataques contra el sindicato y contra él, luego de la explosión en la mina Pasta de Conchos, donde fallecieron 65 mineros debido a la falta de seguridad.

Entre 2002 y 2005 el sindicato minero convocó a 14 huelgas en contra de Grupo México, la mayor parte de ellas en protesta porque las condiciones de trabajo en las minas controladas por la empresa no se ajustaban a los estándares requeridos.