l masivo y vasto despliegue electoral y territorial de la población mexicana durante los comicios, articulado por Andrés Manuel López Obrador como un movimiento civil pacífico
hacia la cuarta transformación (CT), es de trascendencia histórica nacional y regional. Podría ser mundial. Eso depende de la capacidad de articulación del nuevo gobierno-en-funciones, en la construcción social alternativa, de cara a los grandes desafíos existenciales del siglo XXI, lo que lleva consigo la inclusión de los límites planetarios a la acumulación capitalista en toda inversión pública, de forma especial, en torno a la necesaria desfosilización del transporte público de pasajeros, carga y de la generación eléctrica.
Ya algunos de los planteamientos de la CT contienen nombramientos y elementos que podrían desactivar la práctica de la superexplotación de la fuerza de trabajo, la ruina del medio ambiente y del aparato productivo.
El fondomonetarismo o fondismo se apoya en el terror de Estado y en una apabullante propaganda, en bocanadas de alta inhumanidad y de la toxicidad de mineras y del fracking, sobre una población con niñas, niños y ancianos, enfermos o en las calles para pedir limosna o limpiando parabrisas. La violencia y el terror todavía no se van y se detecta, en Sonora y Puebla, de-sacato en ciernes para acotar a Morena, aunque la avalancha electoral les dice: ¡váyanse!
En precio y acceso a alimentos, tan centrales como la tortilla, y servicios, entre ellos la energía y el transporte, el diagnóstico y la propuesta del próximo gobierno iría en dirección de la CT. ¿Garantizará su oferta a la población sin recurrir a métodos que agreden su salud y futuro bienestar ante el colapso climático antropogénico (CCA) en curso, es decir, sin transgénicos y alta dependencia en el motor de combustión interna en transporte, ni electricidad a base de combustibles fósiles? ¿Cuál es la prioridad presupuestal en energías limpias, sol, viento y geotermia?
Aprovechar los fenómenos térmicos que ocurren en el interior de la corteza terrestre no es algo nuevo en México, que es sexto lugar mundial en generación eléctrica geotérmica.
Alrededor de 20 por ciento de la electricidad en el país proviene ya de energías limpias, de las que tres cuartas partes las genera la Comisión Federal de Electricidad. ¿Se recuperará sobre el timón energético, ferrocarrilero, educativo y agrícola la mano del interés público nacional?
La CT debe llevar alimento clave a las familias sin las barreras en precio, distribución y abastecimiento determinadas por intereses oligopólicos de dentro y fuera. Desde la tortilla hasta el CCA y la electrificación del sistema de transporte, todo es central para la CT.
A partir de 1982 las consultoras de Estados Unidos, sugeridas
por el Banco Mundial para guiar inversión y deuda públicas, operan como verdaderos sicarios económicos
, facilitadores de la ofensiva del alto capital hacia la fuerza de trabajo, los bienes y los recursos naturales. La concentración de riqueza y la desigualdad son históricas. El saqueo, magno, también va por ríos, bosques y lagos ¡hasta por las tortillas!, alimento de una nación que optó, desde el poder de las urnas, acabar con el expolio.
La CT va a favor de las familias más necesitadas. ¿Por qué? Por la brutal agresión fondista. Según el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, “el primero de enero de 1982 se podían comprar 50 kilos 910 gramos (de tortilla) con el salario mínimo… A la fecha (2016), con la inflación y el alza del dólar, se pueden adquirir cinco kilos 820 gramos con una remuneración diaria de 73.04 pesos, según datos de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos y un costo ponderado por kilogramo de tortilla de 12.54 pesos”.
Aunque hay quienes en puestos clave no perciben el deterioro acelerado del clima mundial y sus efectos en México como parte integral de su ecuación para diseñar la inversión pública, el hecho es que el CCA ya incide en las cosechas mundiales de maíz, trigo, arroz, vegetales y legumbres, con graves alzas potenciales de los precios con afectación seria sobre el bienestar de la población más vulnerable y pobre del mundo. De ahí el acierto y urgencia de fortalecer al campo con una agricultura que no caliente al mundo.
Estudios del Instituto de la Tierra de la Universidad Columbia ofrecen proyecciones a 2050. Calculan un aumento de 3.4 mil millones de personas con una demanda en alimentos de los países pobres de entre 59 y 98 por ciento. Advierten que una agricultura con producción a esos niveles no sería factible sin regulación y freno drástico a las emisiones al alza de gases de efecto invernadero (GEI).
Según un estudio recién publicado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, en zonas del planeta habría olas de calor letales a la ocupación humana, climas extremos, sequías, deshielo de polos y glaciares con aumentos de los niveles oceánicos. Son amenazas a la fauna y flora global, la humanidad incluida.
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