e nueva cuenta, la obsesión del presidente estadunidense por hacer demostraciones de fuerza provocó graves descalabros en la economía mundial que podrían llevar a una crisis de gran magnitud. En efecto, su decisión de doblar los aranceles impuestos al acero y el aluminio importados desde Turquía, para colocarlos en 50 y 20 por ciento, respectivamente, precipitó la caída de la lira turca, aceleró la fuga de capitales de la nación euroasiática y arrastró a las bolsas de valores del mundo, a las divisas de las economías emergentes –incluido el peso mexicano, que llegó a su valor más bajo en tres semanas– y a los bancos europeos con mayor participación en el mercado financiero turco, principalmente el francés BNP Paribas, el italiano Unicredit y el español BBVA.
La ofensiva de Trump contra la economía turca se enmarca en el creciente distanciamiento de su gobierno con el régimen de Recep Tayyik Erdogan. En este sentido, el golpeteo arancelario constituye una poco velada medida de presión para obligar a que Ankara se pliegue al boicot impuesto por Washington a las exportaciones petroleras de Irán, así como parte del tira y afloja extradiplomático para la liberación del pastor protestante estadunidense Andrew Brunson, detenido en Turquía desde 2016 acusado de espionaje y terrorismo.
Más allá de las diferencias entre ambos aliados de la OTAN, y al margen de los problemas internos que enfrenta la economía turca ante el agotamiento de un modelo de crecimiento basado en la contracción masiva de deuda y la dependencia de capitales foráneos, persiste la cuestión del caos generado en las finanzas globales por el designio de la Casa Blanca para alterar, en unos meses y mediante decretos, el sistema de intercambios –libre comercio– promovido e impuesto por el propio Washington en las pasadas cuatro décadas.
La escalada arancelaria lanzada contra China, la ruptura unilateral del pacto nuclear suscrito con Irán y el consecuente regreso de las sanciones ilegales contra esta nación, o la sucesión de insolencias hacia nuestro país que ha caracterizado al proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, son otras tantas muestras de la total indiferencia de Trump hacia las repercusiones, incluso para su propio país, de desestabilizar la economía global para la satisfacción de caprichos personales o como válvula de escape ante problemas internos.