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Aguas marcianas
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a semana pasada se dio a conocer el descubrimiento de algo que podría ser agua líquida en el Polo Sur de Marte. A la publicación en la revista Science del trabajo realizado por un grupo de expertos italianos, encabezado por Roberto Orosei, del Instituto Nacional de Astrofísica de Bolonia, Italia, se sumaron ese mismo día otros actos en diversas partes del mundo, entre ellos, conferencias organizadas por especialistas en diversas partes del mundo, incluido México. Las notas principales en los noticiarios de radio y televisión, así como las primeras planas de los diarios en todo el planeta, daban cuenta del nuevo y esperanzador hallazgo: Hay agua líquida en Marte… Pero ¿es esto cierto?

El 28 de septiembre de 2015, un grupo dirigido por Lujendra Ojha, del Instituto de Tecnología de Georgia, en Atlanta, Estados Unidos, reportó en la revista Nature Geoscience lo que podría ser agua líquida en la superficie de Marte. De acuerdo con sus resultados, el agua correría en las estaciones cálidas cuando la temperatura es de entre 250-300 grados Kelvin (de -23 a 27 grados centígrados), lo cual sería la explicación a la formación recurrente de líneas oscuras en algunas pendientes de la corteza marciana. Dichas líneas que aparecen y crecen gradualmente en dirección descendente, fueron analizadas en ese proyecto empleando un equipo de espectrometría (que permite medir la absorción de las radiaciones de la luz visible, ultravioleta e infrarroja que es característica de cada sustancia química) instalado en un vehículo espacial, en ese caso, el Orbitador de Reconocimiento de Marte (MRO, por sus siglas en inglés).

Los resultados obtenidos con esa técnica mostraban la presencia de sales hidratadas en las zonas en que las líneas oscuras eran más extensas, entre ellas, clorato y perclorato de magnesio y perclorato de sodio. Ante lo cual concluyeron: nuestros hallazgos apoyan firmemente la hipótesis de que las líneas de pendiente recurrentes se forman como resultado de la actividad acuática contemporánea en Marte. La noticia fue una bomba, amplificada por una conferencia de prensa convocada por la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (la Nasa) simultánea a la aparición del artículo de Ojha y sus colaboradores (justificada, en mi opinión, por la necesidad de fortalecer el apoyo público y el suministro de fondos federales a sus programas) y, como ahora, en aquel momento, la prensa mundial difundió lo que todos queríamos oír: ¡Hay agua circulando en la superficie de Marte!

Pero el entusiasmo duró muy poco. Dos años más tarde en la misma revista, Colin Dundas y sus colegas del Centro de Astrogeología en Flagstaff, Arizona, mostraron –empleando cámaras ultrapotentes instaladas en el mismo orbitador, el MRO de la Nasa– que en la formación de las líneas oscuras que aparecen recurrentemente en algunas pendientes del planeta rojo, el agua tiene que ver muy poco o nada, y se explican más bien por el deslizamiento de granos secos tal como ocurre en algunas dunas activas.

El episodio anterior resulta aleccionador sobre la validez relativa que pueden tener algunos datos, principalmente los obtenidos por métodos indirectos y, especialmente, acerca de la forma en la que dichos resultados son transmitidos desde los medios científicos, generalmente prudentes (aunque no siempre), a la población en general.

Con esto en mente, se puede decir que el reciente trabajo de Orosei y sus colaboradores, publicado hace unos días, cuyos resultados han sido ampliamente difundidos en los medios de comunicación, son sugerentes de la presencia de agua líquida por debajo de la superficie en una región del Polo Sur de Marte, pero no demuestran de manera concluyente que esto sea así. Aquí el fraseo es importante, la forma en la que se trasmite la información a la población para no crear falsas expectativas. No se trata de un resultado directo (que sería necesariamente la recuperación del agua líquida), sino de un dato indirecto que sugiere o nos permite sospechar que se trata de agua líquida, pero hasta ahí.

Desde luego en este trabajo se emplea una metodología distinta a las citadas anteriormente, que consiste en el envío de señales de baja frecuencia (señales de radio) y su recuperación desde un vehículo espacial, en este caso el Mars Express de la Agencia Espacial Europea. Esta técnica se emplea con éxito en la Tierra para el estudio del espesor de los glaciares y del agua líquida subglaciar, por lo que puede considerarse un método confiable en nuestro planeta.

Lo anterior refuerza la idea de la presencia de agua líquida en Marte, pero esto tendrá que ser confirmado en futuras indagaciones.

Demostrar lo anterior, ayudaría a averiguar si hay condiciones para albergar vida, no sólo nativa –en caso de que ésta exista o haya existido ahí–, sino del tipo de la que hoy habita la Tierra. Hay otra razón no menos importante: saber cómo se formó y ha evolucionado nuestro sistema solar, para entender mejor nuestros orígenes y destino.